24 de octubre de 2007

Mariscos al disco...

El jueves pasado, inspirado –o envidioso, todo hay que decirlo- del primo Pato, con su reunión de Búfalos Mojados, se me ocurrió la idea de ir a la playa –una ignota playa más allá de Juan López, por todo el día, con algunos compañeros de trabajo…
Hacía muchos años, desde la última vez que se me ocurrió un desatino semejante, y creo que no hice una buena evaluación antes de aceptar la tibia invitación que me hicieron. Tibia, lógicamente, porque tengo casi por norma no asistir a este tipo de actividades “extracurriculares”, debido a la severa diferencia de opinión que tenemos respecto a cuál es el límite de cervezas que debería tomarse un asistente a estos encuentros, considerando que se realizan fuera de la ciudad, y hay que regresar manejando.
Finalmente, esta vez acepté, con el compromiso de que al regreso manejaría yo…

Como todo buen compromiso asumido por exponentes del género masculino, la reunión en el “punto de encuentro” para la partida –que se realizó en el supermercado llamado -justamente- punto de encuentro, no se distinguió por el cumplimiento horario, precisamente. Con una hora de retraso, y en una camioneta aromatizada con los fuertes efluvios de los choros, machas y almejas que llevábamos como provisiones, comenzamos el viaje. No legamos muy lejos con la pequeña caravana (3 camionetas), ya que a nuestro conductor se le ocurrió que no llevaba suficientes cigarrillos, por lo que nos adentramos en una de esas nuevas poblaciones que hay en la salida norte de la ciudad, buscando un comercio ad-hoc (nótese que veníamos de un gran supermercado, ampliamente surtido en estos aspectos), mientras los demás seguían su camino. Es increíble que pueda haber tantos fumadores en esta ciudad, considerando que no hay manera de encontrar quien te venda cigarrillos a las 10 de la mañana en un barrio de las afueras (acomodado, por los demás). Después de darnos innumeras vueltas, y ya con visos de desesperación por parte de los fumadores presentes -propios más bien de un caminante sediento en medio del desierto, que de un tipo que lleva media cajetilla en el bolsillo- encontramos un negocio que: ¡oh! Estaba abierto a esa hora de un día de semana y doble ¡oh! (para mis acompañantes) vendía cigarrillos de esa manera tan inusual hoy en día… por cajetillas de 20.

Con un ligero “aceleramiento” –una vez pasado el control policial, obviamente- nos dirigimos a Juan López, lugar donde debíamos reunirnos nuevamente con los demás, porque (no soy tan tonto) el baqueano que conocía el camino iba con nosotros. Una vez allá, y luego de las debidas reconvenciones por la demora –pródigamente matizadas de esas palabritas tan propias de nuestra gente- tomamos un camino bastante regular hacia el sur. Era una vía recta hasta el horizonte, pero nuestro conductor (el ya mencionado único conocedor de nuestro destino) iba a una velocidad moderada, tan moderada que los demás nos adelantaron y, entre una nube de polvo, se alejaron hacia el horizonte. Los pasajeros de nuestro móvil cruzamos algunas miradas, como preguntándonos a qué se debería tanta mesura en nuestro compañero (que no se destaca por eso), cuando –con una mordaz sonrisa- viró hacia la izquierda por una casi invisible huella y nos preguntó, como si al acaso: ¿y esos h… dónde irán?. Mirarnos y reírnos fue una sola cosa. Avanzamos sólo unos cientos de metros más, y nos acomodamos a observar el momento en que los otros se dieran cuenta de que el único que conocía nuestro destino ya no estaba tras ellos…
Debido a la distancia, lo único que pudimos ver fue el tierral que se levantó con los frenazos que dieron, para luego de unos minutos verlos devolverse –si cabe- con más prisa que antes. Reímos a gusto, pero se nos borró hasta la sonrisa al ver por dónde había que bajar con los vehículos hacia la playa…
Ante la poco atractiva alternativa de dejar las camionetas allí y caminar un kilómetro –o algo más- con las cosas a cuestas, cerramos los ojos y emprendimos el camino de bajada por en medio de una quebrada del ancho exacto del vehículo, sin dejar de pensar, ni por un momento, en lo que estábamos dejando atrás, y en cómo íbamos a subir por ahí al regreso…
Finalmente, llegamos a la susodicha playa, fiel exponente de nuestras playas nortinas, y aún más fiel del entorno de Juan López, es decir, 90% de rocas, 1% de basura de visitantes anteriores y 9% de arena… Según la planificación realizada por los gestores de esta iniciativa, la tabla de mareas indicaba que la bajamar se extendería desde las 10 y hasta las mismas 4 de la tarde, cosa que –a esa hora, faltando poco para las 11- se hacía evidente. Un cierto oleaje había, pero yo –que gozo de cierta reputación de sabedor de muchas cosas, me aventuré a decir que sólo eran resabios del cambio de marea, y que a las 11 ya estaría como una taza de leche…
Descargamos las cosas, de las cuales la cerveza fue la primera y la que contó con mayoría de solícitas manos, y armamos campamento al lado de los restos de una fogata e algunos visitantes previos. Ahora, decir que “armamos campamento” no es sino un eufemismo, porque ¡válgame Dios!, ¿tan inútiles e imprevisores somos los hombres? A mí fue al único que se le ocurrió llevar un quitasol (reconozco que mi esposa me lo sugirió, pero juro que yo ya había pensado hacerlo) y sólo 2 llevamos bloqueador solar… que compartimos con otros 3 interesados. Los demás se confiaron en el nublado, e incluso uno se mofó abiertamente de mí por haber llevado quitasol. “Armalo”, me decía, que está muy fuerte el sol… y yo –tostado pero no quemado- lo armé calladamente… .Sirvió, por el momento, para poner debajo todos los perecibles: tomates, limones, mayonesas, pebres y demases, amén de los coleman con cervecitas frías y los pack anexos que no cabían dentro.

Provistos de sendos short y zapatillas, chopes, lienzas, y cuchillos mariscadores en mano, se dispusieron a irse a los roqueríos, a buscar con qué aumentar las vituallas (ésa era gran parte de la diversión programada para el día), y entonces se dieron cuenta de que nadie llevó en qué reunir los Piures y mariscos recolectados… los “yo te dije que trajéramos” y los “yo iba a traer” no condujeron a nada, así es que uno más despierto –con resabios de scout- se dedicó a recorrer la playa hasta que encontró unas botellas de bebidas vacías, las que cortó y convirtió en una suerte de vasijas. Nada muy higiénico por cierto, pero eso era sólo el comienzo…

Todo mundo a las rocas, el único que no se mojaba era yo, que muy en el papel de corresponsal del blog de nuestro turno, sólo me dediqué a tomar fotografías. Lo simpático del asunto, si se le puede llamar así, es que lo poco que se recolectó fue a costa de bastante riesgo, porque el fuerte oleaje nunca se aquietó, y la “taza de leche” pronosticada lo parecía, pero cuando ésta está hirviendo… Claro, el bien planificado estudio de la tabla de mareas no consideró que ésta no incluye los vientos, y por ende, el fuerte oleaje como el había ese día…

Llegada la hora de preparar la comida, llegó también la hora de ver porqué Dios, en su infinita sabiduría, creó a ese ser tan bien organizado, la mujer… Válgame Cristo, que manera de hacer las cosas a medias… para prender el carbón, hubo que sacrificar el periódico del día, aún no completamente leído, porque nadie pensó en eso… los dos ex scout presentes tuvimos que arreglárnoslas para encenderlo, a como diera lugar…
Para que decir nada del momento de picar el tomate… “pícalo tú”, “ah, y porque no lo hacís voh, h…” , “y en qué, si no hay fuentes”… al fin alguien descubrió que su señora le hechó un bol, y se desocupó otro que traía limones, y en eso se picó el tomate… a duras penas, porque ningún miserable sabía hacerlo. Yo sólo los pelé, y otro cometió el tomaticidio, porque a mí me quedó la labor de picar la cebolla. La de cuadritos, para el Piure con cebolla y limón, era fácil, pero la de pluma… al fin, tuve que optar por lo único que se podía hacer… la tabla más limpia que se pudo encontrar a orilla de playa, y cerrar los ojos nomás… (otra metáfora, ya que no se puede picar cebolla de pluma con los ojos cerrados)… y como bol: una bolsa plástica. Para terminar, porque esto se hizo demasiado largo, sólo diré que no hubo manera de sacar de debajo del quitasol al individuo que tanto se burló de él… y terminó –con la caña viva y quemado como pan tostado (no usó bloqueador)- dándome las gracias por haberlo llevado.

Sólo diré que, si alguna vez vuelvo a ir a un paseíto de estos, en vez de llevar una pequeña mochila escolar con mis cosas, tendré que llevar la otra, con todo lo necesario para suplir la inutilidad de estos tipos que, de tan imprevisores, consideran que el máximo descubrimiento del hombre es la botella de cerveza con tapa desenroscable…
Nunca olvidaré a un tipo que –hace años atrás- ,y estando asimismo en una playa, le quebró el gollete a una botella para tomársela, porque no había llevado abridor…

Lo único bueno: los mariscos “al disco”…
Receta: Tómese un disco de metal, póngaselo a las brasas con 2 docenas de choros para “curarlo”, cómanse los choros así asados hasta desocupar el disco, agréguense mariscos en abundancia (en este caso se usó choros, machas, almejas, locos, lapas y piure), añádase tomate picado y cebolla de pluma en abundancia, córtese en rodajas una docena de chorizos y agréguese, y finalmente, báñese en vino blanco según el tamaño del disco (en este caso, 2 ladrillos, de mediana calidad).
Déjese cocinar hasta que los mariscos se abran y cómase sin quitar el disco del fuego, hasta que se seque el caldo o hasta que se lo hayan tomado todo (que es lo que suele ocurrir primero).

25 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda un inolvidable paseo. Tan distinto al mío del fin de semana que fui al valle de Azapa a unos 12 kms al este de Arica, con mi comunidad de Neocatecumenado, con un número superior de mujeres que hombres. Un almuerzo con asado todo super organizado, comí como para tres días, sobró de todo y no faltó nada. Claro que cervezas no hubo solo vino y cigarros... a cierta hora, algo de humo se vio aparte del que emitía la parrilla.
El lugar estaba rodeado de enormes y gruesos eucaliptus, algunas antiguas palmeras, en otro sector plantaciones de tomates, con uno que otra planta de zapallos. Más allá un maizal y bueno a lo lejos lo que se ve durante todo el trayecto, miles de olivos. Cientos de bulliciosos pájaritos alegraron la estadía en esa casa de retiro.
Como es natural en esta zona, el valle está formado por áridos y polvorientos cerros que mirándolos con calma también tienen su encanto.

Anónimo dijo...

que apetitoso se ve ese disco de.me alegro que hayas pasado bien saludos KENA

CeciliaCastillo dijo...

Bueno tu relato, y tu reconocimiento hacia la mujer.
No te quejes, si se hubieran portado organizados no habrías tenido nada entretenido para contar.
Me reí mucho con lo de la prospección de las mareas...Buena...
Claro que si tu amada lee el blog, te va a hacer picar la cebolla por siempre jamás...

Anónimo dijo...

You're wrong, dear sister...

La verdad de la milanesa es que a mi me gusta picar la cebolla, tanto como el tomate y cuanta verdura se me cruce por el camino. Me siento realizado preparando la ensalada, y -por lo general- no dejo que me quiten la oportunidad de cumplir esa tarea.
Me gusta mucho picar todo bien fino, lo que no siempre es apreciado, porque hay quienes prefieren las verduras en trozos grandes. Al menos en mi casa se han amoldado un tanto a mi forma de hacerlo, y ya no se quejan...

Lore dijo...

A propósito de olvidos una vez nosotros fuimos a tomar mate a la playa y a mi , que soy quién debe acordarse de todo se me quedó el mate en casa ,el cual fue suplido por una lata de bebida .
Para la próxima ida a la playa ,lo primero que eché fue el mate ahí si que quedó la escoba , se me olvidó la bombilla , jajajajaja así es que de mate nada .
De allí en adelante , nade de oncesitas en la playa .

Anónimo dijo...

Rodrigo: felicitaciones por tu entretenida manera de contarnos tu paseo, si parece estarlo viviendo uno ahí, porque está todo muy bien ambientado y descrito. Son historias que quedan para algún día contarlas a los nietos. Tal vez si hubieran llevado todo, no habrían salido a flote esas iniciativas y viviencias de scaut que los ayudaron a "sobrevivir" en tan adversas circunstanciasn lejos de las comodidades que brindan los controles remotos.

Anónimo dijo...

Lore
Te recuerdo que ahora existe mate en bolsitas, que en caso de necesidad te ahorran de llevar el mate, bombilla, la yerba. Por supuesto que jamás será igual que tomarse un mate, en un mate, (de calabaza o u otro)que se va rotando de mano en mano uniendo de alguna manera a quienes al fragor de una conversación comparten tan especial bebida.

CeciliaCastillo dijo...

Rodrigo, los olvidos de la Lore ¿califican como producto del virus?
Una vez el mate, otra la bombilla, yo que él habría pedido divorcio... Ja-ja-ja

Rodrigo dijo...

No.. pa' mi que son los primeros síntomas del Alzheimer...

Y en cuanto a lo segundo, eso sería sólo después de que, en una tercera ocasión, se le quede la yerba...

Lore dijo...

Ah no pues Tito , como tomar mate en bolsitas?, nadie puede , prefiero la nada misma en todo caso en cosa de gustos no hay nada escrito.
Y no les cuento la vez que fuimos a almorzar a la playa y se me quedó el vinito , jijijiijijjj.
Es que es muy mucho preocuparse una sola persona de todo lo que hay que llevar , en fin , como dicen por allí es lo que me toca por ser mujer .

Anónimo dijo...

¿Hizo alguno de ustedes cigarrillos en hoja de cuaderno con yerba de mate? Yo sí, salía mucho humo y un sabor asqueroso a papel. Toda una odisea para "armar" el cigarro. Una vez pegué el papel con goma, más humo y peor sabor jajaja
Un fracazo total y harto trabajo borrar todas las huellas del delito.

Anónimo dijo...

TITO yo defendiendte y tu sales con cada cosa ,TE PASASTE con la s ocurrencias del cigarrillo
que original KENA

Rodrigo dijo...

Yo fumé de esossss...

Pero no lo hice, sino una señora en casa del Tito Pizarro (no recuerdo qué era de él, pero estaba en su casa). Ella los hizo con papel café, de ese que envolvían las cosas en el almacén (y aún hoy se usa para eso, un papel delgadito y suave por un lado y áspero por e otro), y no era malo, ni tan hediondo...

Anónimo dijo...

A propósito de cigarros, una vez a la salida del colegio fui invitado a fumar al cerro El Pino por unos compañeros (4° o 5°)pero fuimos seguidos por otro grupo para espiar a qué íbamos.Cuando arriba del cerro vieron a lo lejos el cigarro nos gritaron que nos acusarían así que no se concretó "el ilícito". Al día siguiente en clases, fuimos llamados a enfrentar la acusación que ya había sido ratificada al profe por varios. El acuerdo del estratega de la defensa fue decir que íbamos a pasear y que lo que habían visto los compañeros era un lápiz de color blanco tan comunes a todos los escolares(nunca supe para qué servían) . El profe Flores después de escuchar a la defensa (de los muy asustados) dictaminó: Yo ustedes los conozco (acusadores) y conozco también a Héctor Castillo. Si él estaba en este grupo (de los acusados) quiere decir que no pueden haber estado haciendo nada malo. Vayan a sus asientos, no se hable más del asunto. (Salomón quedó chico)
Nos salvamos por no tener yo "prontuario"

Rudolf Kastell dijo...

Uff... Tito, es que ser un "Castillo" era una gran defensa. Y, como diría la mamá: "mis hijos eran unos caballeros". educaditos y todo. jaja. lo de los cigarrillos de mate, yo los probé por supuesto, pero en legítimo papel arroz ad-hoc para ello, así que no había ni malos olores ni sabores. Rico. y el mate no tiene nicotina.

Anónimo dijo...

Ja ja ja....
Buenísimo, Tito...

Yo pasé por algo parecido una vez, pero no lo comento para no restarle importancia a esa buenísima -e increíble para algunos- confesión...

Anónimo dijo...

Hay oportunidades que me iba solo a la casa, compraba unas baratísimas galletas de "té" (muy livianas por lo que daban un montón por poca plata) y después me tomaba un néctar de papayas (verdadero néctar) en una fábrica de productos de papaya que había en una esquina bajando del colegio, cerca de la plazuela de la avda. Colo Colo. Unas pocas veces encontré a la tía Marina en una heladería que estaba poco antes de la Avda. Larraín Alcalde.
Otras veces me fuí en "correrías" por una población abajo del cerro el Pino, para lo cual nos sacábamos la insignia para que no supieran de qué colegio éramos. Previo a eso cruzábamos por un canal que está en el parque Coll, haciendo equilibrio por las piedras. Más de alguien se mojó los zapatos en alguna oportunidad, yo no, porque tenía experiencia de Carén. Otras veces me fuí jugando a las bolitas por la orilla de la calle. Debo aclarar a los "pequeños" que era muy difícil que pasaran vehículos por lo que no revestía peligro irse por la calle.

Rodrigo dijo...

Tsss tsss tsss...

Y que la mamá aún esté convencida de que eres el "santito" de la familia...

Que buen trabajo de imagen pública... ¿no has pensado dedicarte a la política?.

Anónimo dijo...

Ya me dediqué a la política y mejor no me acuerdo de esa época pero lo prometido es deuda.

Don Pato dijo...

Rodrigo, bueno el relato de tu paseo, bastante más "acampao" que el mío en Dichato.
Claro que en un momento me perdí en lo que respecta a la ubicación geográfica y aquello de los puntos cardinales ... "tomamos un camino bastante regular hacia el sur. Era una vía recta hasta el horizonte" ...
En todo caso no se puede desconocer lo entretenido que resultó tu historia.
Esos mariscos al disco se ven de rechupete !!!
Aquella foto donde estás (creo) tú picando cebolla pluma no la distingo tan "pluma", con todo respeto...

Tito, me puedes explicar aquello de Neocatecumenado en forma suscinta ?

Anónimo dijo...

Lo más corto sería decir comunidades católicas cerradas, con práctica de la eucaristía algo diferente, con pan ázimo en vez de hostia, los cantos son tomados de los salmos y se usa exclusivamente la guitarra. En otra ocasión, una vez por semana, se leen varios textos bíblicos, se escogen 4 y sobre esos se reflexiona qué significado tiene para la vida de cada miembro. Cada cual en forma voluntaria comparte qué siente que Dios le dice a través de esos textos para su vida.
Es un movimiento que está en 105 países y su iniciador es el español Kiko Aguero. Se siente cierto aire judío con elementos como un arreglo floral en la celebración de la Palabra, el uso de una alfombra, de un candelabro de 7 brazos, un cáliz octogonal grande y a veces se cantan canciones con ritmo hebreo. Muy ritualista, culto muy ordenado y dirigido a través de una pauta, de tal modo que el modo de celebrar es el mismo en todo el mundo. Llevo muy pocos meses ahí.

Rudolf Kastell dijo...

no es posible que se coarte la libertad de expresión de nuestro sobrino preadolescente. Al final todos y cada uno comenta secretos guardados -algunos por décadas- Tal vez solo sea necesario no detallar mucho, Felipe, para evitar síncopes a tu querida madre.
Pero será interesante saber, para comparar los eventos de una y otra generación.

Anónimo dijo...

Felipe:
Tu abuelo materno contaba siempre algunas travesuras de su niñez, por eso extraña la censura pública que te aplicaron.
¿como cuál? Una vez en Carén tu abuelo iba al pueblo y su hermano Alvaro se le "pegó" y tuvo que acompañarlo. Era una época en que pocos niños usaban zapatos. Como el sol estaba fuerte, en un momento tuvo que llevarlo en su espalda (a tota, a lapa etc.) y como se cansó, lo bajó en la tierra caliente donde su hermano se quemó los pies pelados y saltaba chillando. Risas para tu abuelo Recaredo que se transformaron en dolor cuando al regreso lo acusaron y le pegaron con varillas de Membrillo.
Y hay otras más en un próximo comentario...

Anónimo dijo...

Pato:
yo también me perdí con el norte y el sur.
Después recordé que Juan López está al norte de Antofagasta, pero al ser una bahía, el camino al norte da un giro hacia el oeste, pasando por la "Portada" y después se devuelve hacia el sur en dirección a la punta de la bahía.
Por ahí los caminos son de tierra y a veces solo son huellas, sin letreros señalizadores de ninguna especie y al parecer los viajeros buscaban un lugar exclusivo por lo cual era fácil perderse

Anónimo dijo...

No pudiste ser más preciso...
gracias.