23 de abril de 2016

Roma

romaFue el literato y militar romano Marco Terencio Varrón (s. I) quien estableció la fecha de la fundación de Roma como el 21 de abril del año 753 a.de C., de acuerdo con los cálculos astrológicos de su amigo Lucio Tarucio Firmano.
Acerca del nombre de Roma, la idea del historiador Tito Livio de que se debe al nombre del fundador, Rómulo, es popular pero ha sido firmemente cuestionada por los estudiosos.
Así, Rómulo consiguió el poder supremo para él solo. La ciudad, cuando se construyó, fue llamada así por el nombre de su fundador.
(Tito Livio, Historia de Roma)
ippolito caffi el panteon
Ippolito Caffi, El Panteón
Otros historiadores, como Plutarco, no se comprometen con ninguna teoría en especial y lo que hacen es solamente exponerlas.
Unos dicen que Roma, hija de Ítalo y de Leucaria, o, según otra tradición, de Télefo el de Heracles casada con Eneas, fue la que puso el nombre a la ciudad; y otros, que no fue sino una hija de Ascanio el de Eneas. Según una sentencia, fue Romano, hijo de Ulises y de Circe, el que fundó Roma; según otra, Remo el de Ematión, enviado por Diómedes desde Troya, y según otra, Romis, tirano de los Latinos. ... No sólo esto, sino que aun los que con más fundada razón designan a Rómulo como denominador de aquella ciudad, no convienen entre sí acerca de su origen.
(Plutarco, Vidas Paralelas)
margo pasman
Margo Pasma, Roma
Por eso avienta a términos distantes
Del ítalo confín, a los que a vida
Dejó incendio voraz, salvados antes
Del acero de Aquíles homicida.
Por largos años sobre el ponto errantes,
Cerrando el paso a su virtud sufrida
E1 hado vengador ¿dónde no asoma?
¡Fue empresa colosal fundar a Roma!
(Virgilio, La Eneida)
En el año 248, durante el gobierno de Felipe el árabe, se celebró el milenio de la fundación de Roma con los Ludi Saeculares, celebración religiosa dedicada a la conmemoración de cada 100 años de aniversario de la ciudad. En esa ocasión se celebraron los 10 siglos de existencia en el Templo de Venus.
wyatt waters vista de roma
Wyatt Waters, Vista de Roma

Volví andando a casa. Roma, mi ciudad, la ciudad que hasta entonces había sido un consuelo infalible, se tendió ante mí como una mujer sigilosa y bella, exigente y gratificante, eternamente seductora. Y por primera vez en la vida no me dejé seducir.
Lindsay Davis, La plata de Britania)

De acuerdo con los tiempos, la ciudad de Roma ha sufrido los vaivenes de la historia, en su fundación se cree que contaba con unos 35 mil habitantes, población que creció a 130 mil cuando la fundación de la República. Durante el gobierno de Augusto llegó a contar con una población de 1 millón de personas. Después de la caída del Imperio Romano de Occidente la ciudad quedó reducida a unos 50 mil habitantes y quedó estancada y empobrecida hasta el Renacimiento.
En el siglo XIX, cuando el Reino de Italia se anexó Roma, contaba con 200 mil habitantes, población que comenzó a crecer hasta alcanzar el millón en 1930. En la actualidad la habitan casi 3 millones de personas. 
gutav palm el foro
Gustav Palm, El Foro
A Roma, sepultada en sus ruinas
(Francisco de Quevedo)
Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino!
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas
y tumba de sí proprio el Aventino.
Yace donde reinaba el Palatino
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que Blasón Latino.
Sólo el Tíber quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.
¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!
Grandes viajeros visitaron la ciudad en diferentes momentos de su historia, Benjamín de Tudela pasó por Roma posiblemente en el año 1166, y dejó su impresión de la ciudad.
antonio joli vista de roma
Antonio Joli, Vista de Roma
Hay muchas estructuras maravillosas de la ciudad, diferentes a cualquier otro lugar en el mundo. Incluyendo tanto sus partes habitadas como las que están en ruinas, Roma tiene cerca de veinticuatro millas de circunferencia. En medio de ella hay ochenta palacios pertenecientes a ochenta reyes que vivían allí, cada uno llamado Imperator, contados a partir de rey Tarquinio a Nero y Tiberio, que vivió en la época de Jesús el Nazareno, que termina con Pipino, que liberó a la tierra de Sefarad del Islam, y fue padre de Carlomagno.
Hay un palacio fuera de Roma (dice que es de Tito). El Cónsul y sus 300 senadores lo trataron con desagrado, porque no conquistó Jerusalén hasta después de tres años, a pesar de que le habían mandado capturarla dentro de dos.
En Roma es también el palacio de Vespasiano, un gran edificio y muy fuerte; También el Coliseo, en el que hay 365 secciones, de acuerdo con los días del año solar; y la circunferencia de estos palacios es de tres millas.
(Benjamín de Tudela, Itinerarios - s. XII)
En 1786 Johann Wolfgang von Goethe viajó a la península ibérica y convirtió su diario de viaje en el libro Viaje a Italia.
Veré Roma, la Roma eterna, no la que pasa cada decena de años. Si tuviese tiempo, lo aprovecharía mejor. La Historia, en particular, se lee aquí de una manera diferente que en cualquier otro lugar del mundo.aquarel-01
En otras partes se lee de fuera adentro. Aquí cree uno leerla de dentro afuera. Todo yace alrededor de nosotros y toma de nosotros los puntos de partida. Y esto no se refiere sólo a la Historia Romana, sino á toda la Historia del Mundo.
Desde aquí puedo seguir los conquistadores hasta el Veser ó hasta el Eufrates, y si quiero ser un vago, esperar á los triunfadores en la calle Sagrada, mientras me alimento de trigo y limosnas y tomo una parte á placer en todas estas magnificencias.
(Johann von Goethe, Viaje a Italia)
No hay duda de que Roma es una ciudad famosa, en un tiempo fue la ciudad capital del mundo occidental, de ahí su apelativo de Caput Mundi. También se le ha llamado La Ciudad Eterna, pero eso es tal vez por consideraciones religiosas ya que es el lugar en que se localiza el gobierno de la Iglesia Católica Romana.
Lo que es innegable es su importancia como centro cultural durante el Renacimiento Italiano, siendo la cuna de estilos como el barroco y el neoclásico.
Roma es la tercera ciudad más visitada en Europa, tanto por sus atractivos turísticos como por ser el objeto de un gran peregrinaje religioso.

12 de abril de 2016

Moscú

Moscú fue fundado en 1147, el primer registro histórico data del 4 de abril de ese año. Aparece en 1175 y 1176 como un lugar de cierta importancia. En 1271 se convirtió en la capital de la Rusia Moscovita, reemplazando a Vladimir.
moscu1No hay nada más extraordinario en este país que la transición de las estaciones. Los habitantes de Moscú no tienen primavera: el invierno se desvanece, y es verano. Este no es asunto de una semana, o de un día, sino de un instante, y como sucede supera toda espectativa. Llegamos de Petersburgo a Moscú en trineos. Al día siguiente la nieve había desaparecido. El 8 de abril, a mediodía, la nieve golpeaba las ventanas de nuestro carruaje. El mismo día, al atardecer, al llegar a Moscú, tuvimos dificultades para ser arrastrados sobre el barro hasta donde el comandante. A la mañana siguiente las calles estaban secas, las ventanas dobles habían sido retiradas de las casas, los ventanales se abrieron, todos los carros andaban sobre ruedas y los balcones se llenaron de espectadores. El día siguiente trajo consigo temperaturas de veinte y tres grados centígrados, con el termómetro colocado a la sombra y al mediodía.
(Edward Daniel Clarke, Moscú en 1800)
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Feodor Alekseyev, La Plaza Roja de Moscú
El oficial abrió la ventana con ansiedad, como si el aire escaseara en sus pulmones y salió al gran balcón para respirar el aire puro de aquella hermosa noche de julio.
Ante sus ojos, bañado por la luz de la luna, se perfilaba un recinto fortificado en el cual se elevaban dos catedrales, tres palacios y un arsenal. Alrededor de este recinto se distinguían hasta tres ciudades distintas: Kiltdi Gorod, Beloï Gorod y Zemlianoï Gorod, inmensos barrios europeo, tártaro y chino, que dominaban las torres, los campanarios, los minaretes, las cúpulas de trescientas iglesias, cuyos verdes domos estaban coronados por cruces plateadas. Las aguas de un pequeño río, de curso sinuoso, reflejaban los rayos de la luna. Todo este conjunto formaba un curioso mosaico de diverso colorido que se enmarcaba en un vasto cuadro de diez leguas.
Este río era el Moskova; la ciudad era Moscú; el recinto amurallado era el Kremlin, y el oficial de la guardia de cazadores que con los brazos cruzados y el ceño fruncido oía vagamente el murmullo que salía del Palacio Nuevo de la vieja ciudad moscovita, era el Zar.
(Julio Verne, Miguel Strogoff)
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P. P. Vereshchagin, Vista del Kremlin
El 2 de septiembre, a las diez de la mañana, hacía un tiempo parecido. Una luz fantástica lo inundaba todo. Moscú se extendía ante el monte Poklonnaia con su río, sus jardines, sus iglesias, y parecía poseer una vida propia con sus cúpulas que centelleaban como astros bajo los rayos del sol.
A la vista de este esplendor desconocido, de aquella arquitectura singular, Napoleón sintió esa curiosidad un poco envidiosa e inquieta que experimentan las gentes al contemplar formas de vida que desconocen.
Todos los rusos, cuando miran la ciudad de Moscú, ven en ella una madre; los extranjeros que la observan no perciben su condición de madre, pero sí su carácter de mujer. Y Napoleón advirtió todo esto.
«Ciudad asiática, de innumerables iglesias, Moscú la Santa... He ahí, por fin, la famosa población. Ya era hora», dijo. Y bajando del caballo ordenó que se desplegase ante él el plano de la ciudad y llamó al traductor Lelorme d'Ideville. «Una ciudad ocupada por el enemigo se parece a la doncella que ha perdido el honor», pensaba, lo mismo que había pensado en Tutchkov y en Smolensk. Y en esta disposición de espíritu examinaba a la bella oriental, a aquella desconocida extendida a sus pies. A él mismo le parecía raro ver satisfechos unos deseos que le habían parecido irrealizables. A la clara luz matinal miraba ora a Moscú, ora al plano, observando sus detalles, y la seguridad de su posesión le conmovía y le asustaba a la vez.
(Leo Tolstoi, La guerra y la paz)
Pashkov House in Mokhovaya street
La Casa Pashkov, una de las casas más hermosas de Moscú
Se ponía el sol. En la terraza de piedra de uno de los edificios más bonitos de Moscú, construido hace unos ciento cincuenta años, en lo alto, dominando toda la ciudad, estaban Voland y Asaselo. No se veían desde la calle, porque permanecían ocultos a las miradas innecesarias por unos jarrones de yeso con flores, también de yeso. Pero ellos veían la ciudad casi hasta sus límites.
Voland se sentaba en un taburete plegable, iba vestido con su hábito negro. Su espada, ancha y larga, estaba clavada verticalmente entre dos losas de la terraza, haciendo de reloj de sol. La sombra de la espada se alargaba lenta pero firme, acercándose a los zapatos negros de Satanás. Con su barbilla azulada apoyada en el puño, encorvado en el taburete, sentado sobre su pierna, Voland miraba, sin desviar la vista del enorme conjunto de palacios, edificios gigantescos y pequeñas casuchas destinadas al derribo.
Asaselo había abandonado su atuendo moderno: chaqueta, sombrero hongo, zapatos de charol y, como Voland, vestía de negro; estaba inmóvil junto a su señor y al igual que él, no apartaba la vista de la ciudad.
Voland habló: —Qué ciudad más interesante, ¿verdad?
Asaselo se movió y contestó con respeto: —Messere, me gusta más Roma.
—Bueno, eso es cuestión de gustos —dijo Voland.
(Mijail Bulgakov, El maestro y Margarita)
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Alexander Benois, El Teatro Bolshoi
Cuando llegamos a Moscú dije al jefe del grupo que no pensaba hacer de turista. Prefería deambular por la ciudad ya que en pocos días subiríamos al transiberiano y no podríamos caminar. Además, las vistas de Moscú estaban limitadas: el Museo del Kremlin estaba cerrado, muchas iglesias estaban clausuradas porque habían emprendido trabajos de restauración y mis compañeros de viaje sólo se exponían a un largo paseo en autocar por la ciudad. Fui al hotel Intourist y compré entradas para ver El cascanueces en el Bolshoi y un ballet moderno en el Teatro Stanislavski. 
(Paul Theroux, En el gallo de hierro)
nikolaievsky
La Estación Nikolaievsky
El cochero condujo a Fandorin, cruzando todo Moscú, desde la estación Nikolaievsky hasta el barrio de Jamovniki. Era un día claro y alegre, y en los oídos de Erast Petrovich seguía resonando el grito de despedida de Lizanka:
—¡Así que hoy vendrá a visitarnos sin falta! ¿Lo promete?
(Boris Akunin, El ángel caído)