En mi última hospitalización (la de hace unos días)
estuve, o solo en la sala, o con un viejito teclo que casi "se nos vá" en la noche.
Cero opción de conversa, chacota o talla...
Y así, estuve recordando otras visitas al hospital, y me vino a la memoria una talla muy antigua, de por allá de esos años en que era universitario, y ya que estamos en esa onda, ahí les vá.
Lleva por título:
"El Overo"
A la entrada, un muchacho gordito y rosadito como una manzana, de unos 15, que no más.
A su lado y en frente mío, junto a una ventana, un viejito que estaba más por viejito que por otra cosa.
Detrás de la puerta, a mi izquierda, un huaso grandote y moreno por el sol, de esos de vozarrón y talla fácil, que nos hacía amena la vida. Claro que tampoco yo le iba en zaga, que contestón he sido siempre...
Todos teníamos dietas diferentes, y el único que comía de todo (hasta doble postre), era el universitario regalón... y eso ya daba pié para mucho hablar.
Al día siguiente de haber llegado el huaso, le tocó baño. No podía levantarse, de modo que llegó la auxiliar, con lavatorio, jabón esponja y toalla, y con esa delicadeza tan propia de las de su oficio, le tiró las frazadas para atrás, le sacó la camisa hospitalaria, y se dió a la tarea de bañarlo.
Nosotros, en lo nuestro, que no era interesante que bañaran a otro, caramba. Acaso si a uno...
Esponja por aquí, enjuague, esponja por allá, enjuague... y se oyó un grito destemplado, lavatoriojabontoalla al suelo, y enseguida la pregunta:
-¿Pero que le pasó? ¿porqué lo tiene así???
Un segundo de silencio, y luego una carcajada del huaso, seguido de la frase:
- Ah, no puh, si yo lo tengo así, overito...
Por la puerta entraban ya la enfermera, y la otra auxiliar, presurosas al grito de su colega y al ruido del lavatorio enlozado cayendo al suelo...
No se sorprendieron menos que su compañera, y después de muchas risas, toqueteos, miradas, revisiones y no pocos jugosos comentarios, la dejaron para que terminara el baño...
Una vez que se hubo ido la auxiliar, y que el aseador limpió el piso mojado y jabonoso, hubo que levantarse como fuera, y él tuvo que mostrar la causa de tanto alboroto... claro, ¿cómo quedarse con la duda?
Y en verdad que era overo, como un caballo de indio cualquiera: lo cruzaba una mancha blanca de lado a lado, y aún otras más pequeñas lo salpicaban aquí y allá...
-"Nací así -decía el huaso- y en verdá que más de alguna ha caío movía por la curiosidá..."
Reímos mucho a costa del overo, por varios días, hasta que se lo llevaron para operarlo, y ya no volvió más.
Se fué a las salas de cirugía, y de allí de alta.
Lo cierto es que fué, dicen, sensación por esos lados,
y es que ya iba recomendado...
.
8 comentarios:
Menos mal que la foto del overo fue de un caballo y no lo otro, así se evita la censura para menores de 18 años
La foto es sólo para que ningún despistado vaya a preguntar que significa overo...
Además de que dudo que exista una foto de algún overo de ésos...
La anécdota es buena, y la impresión de la enfermera debe haber sido d espanto. El "overito" de aquel huaso habrá sido producto de vitiligo?
Parece que voy a tener que aportar con mi historia de hospital también y espero no haberla contado...
El otro día estaba viendo un programa sobre un remate de caballos de esos que usaban los indios en América del norte, a los cuales nosotros llamaríamos Overos. Se trata de los "Apaloosa"
http://www.appaloosa.cl/origen.html
XDDDDDDDDDD Mecachis, ¿porqué a mi nunca me pasan cosas así? Bueno, quizás porque al ser chica me han puesto siempre con mujeres.
Una pena, luego una se pierde curiosidades como esa. XD
(y si no hubieras puesto la foto, yo habría sido la despistada que preguntara por el significado de overo XDD)
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Besos de tinta
Bueno Lyriel, yo nunca le digo que no a la invitación de una señorita, de modo que para allá iremos...
Ya no tiene gracia que yo cuente algo, a esta altura, no me creerán lo que cuente! tal vez debí postear al principio. Pero para calmar a mi "hermanito", le diré que en tantas ocasiones que estuve en dicho trance, nunca tuve un "angelito" demasiado cercano; sólo una paramédico con quien nos hicimos muy amigos, 14 años a la fecha.
Pero no por ello estuve solo, hubo varias auxiliares con las que hubo feeling, una de las cuales todavía pregunta por mí allá en la Clínica Antofagasta. (tambien hace ya 14 años de conocernos).
Pero la peor "talla" no me pasó como enfermo, sino cuando trabajé de guardia en dicha Clínica: Con ocasión de ayudar a una auxiliar, luego de ella agradecerme, contesté, dada cierta confianza, con la típica frase "nada de gracias..."
Un paciente que pasaba cerca, en silla de ruedas, escuchó. Seguramente su cerebro completó la frase, se molestó e hizo un gran reclamo en mi contra, por la grave ofensa ocasionada a esa funcionaria!.
Menos mal que era yo conocido por lo "caballero" (como dice nuestra madre) y me libré de mayores dificultades.
Nunca mas hice comentario alguno, salvo que fuese al oído de alguna susodicha. JAJA.
Jajaja
Por la boca muere el pez...
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