25 de noviembre de 2010

El enfermo de la 4-A

Estaba debiendo esto...



La medianoche del domingo 14 de noviembre, fuí internado, como estaba presupuestado, en la Clínica "La Portada". (casualmente, la misma donde debieron operarme como accidente del trabajo...)

Bueno, tal vez "como estaba presupuestado" resulte inexacto, en este caso. Porque se suponía que fuera ingresado a una habitación de 4 camas, y me llevaron a una de sólo dos. La onerosa diferencia me llevó a protestar de inmediato, pero me dijeron que de cuatro no había, y que por ese error, ellos asumirían la diferencia (eso espero).

El control de ingreso arrojó una presión de 151/110. Dizque sería por el stress propio de internarse. Dejémoslo así [sería feo asumir que tuviera parte en ello el angelito de azul que me lo realizó *-*].

Me etiquetaron, como a un paquete cualquiera, con un código de barras y mi nombre, para pasar luego por la ignominia de quitarme la ropa y vestir la clásica bata de hospital: blanca, con unas lindas florecilllas azules estampadas, y vergonzosamente abierta por detrás. Más vergonzoso aún el que, con el brazo malo, no podía atármela solo... tuve que pedir ayuda al mismo angelito (que se reía, claro, mire que no iba a reírse)

Me desperté 4 o 5 veces en la noche.
Me dí veinte o más vueltas en la cama, como un pollo al spiedo cualquiera.
Más por hacer algo, que por otra cosa, me levanté al baño.
Todo blanco, todo limpio, un extractor de aire funciona permanentemente, haciendo un ruido molesto. Y ya que molesta ¿por qué no apagarlo?
Un interruptor en la pared, el único visible, parece ser el indicado. Lo oprimí.
El extractor y su zumbido molesto siguen, como si nada.
En el silencio de la noche, se oye claramente -aunque lejano- un timbre de alarma...
Una duda nació en mi interior, y desapareció abruptamente segundos más tarde, al escuchar abrirse la puerta de la habitación, y una voz alarmada que preguntaba ¿dónde está? ¿le pasó algo?
Lo siguiente es que se abrió la puerta del baño, y la auxiliar me preguntó:
¿por qué tocó el timbre?
Balbuceé algo acerca de haberme apoyado sin querer en él, y con el rostro acalorado, me fuí a acostar...
Dudo -seriamente- que me haya creído...
07:30
Después de bañarme, me cambié la bata de tela por una tenida especial para la operación: otra bata del mismo modelo, pero azul, en un simpático conjunto que incluía zapatos, ropa interior y un gorro...

Llegó una arsenalera -Ingrid- a buscarme en una silla de ruedas.
Simpática, hizo lo posible porque estuviera relajado.
Ya en pabellón, la anestesista -una doctora de apellido y aspecto alemán- me encandiló con sus ojos de color del agua, me puso a dormir, y no supe más...
La operación fue un éxito, según el doctor, aunque el daño era mucho mayor del que se suponía. No sólo se cortó el tendón del supraespinoso, sino que además estaba abierto por en medio, como quien abre un cierre. Que además estaban cortados el infraespinoso y el supraescapular, ya se sabía.
 En lugar de dos horas, la operación duró casi cuatro...

Cuando desperté, tenía un solo pensamiento: duele...

Al día siguiente, la auxiliar me mandó a lavarme al baño -usted puede levantarse-, pero como estaba con el brazo en cabestrillo, no pudieron ponerme la camisa el día anterior -después de la operación- así es que tuve que levantarme enteramente pilucho...
La auxiliar se reía de mí, obvio...  para luego, recién una vez lavado, ayudarme a ponerme una camisa limpia.
Claro, no podía ponerme una camisa para ir al baño que me quedaba a un metro, sacármela para lavarme, y volvérmela a poner, era como tonto...

...........

Ahora, a estas alturas, ya pasó lo mas feo, y estoy tratando de mover el brazo lo más posible, para apurar -dentro de lo razonable- la recuperación...

11 comentarios:

kenucha dijo...

Jajajajja,perdona que me ria pero a ti te pasa cada cosa,y despues lo cuentas de una manera tan especial ,hermanito eres unico.
cuidate ,te quiero mucho.

Don Pato dijo...

Es cierto, siempre son entretenidos los relatos de Rodrigo. Líbreme Dios de tener que usar esas batitas tan "monas" que lo dejan a uno a merced de los trabajadores de la salud y mas especialmente en las manos de auxiliares y enfermeras.

CeciliaCastillo dijo...

Descarado y exhibicionista...

La medida de los 151/110 lo acusa claramente...

Y encima se queja "que le duele el hombro"...

Mishhhh...

¿Y qué quería?

tito dijo...

Extraordinario relato, entretenido, ágil pero sobretodo muy divertido.
Qué distinto mi paso por la clínica hace ya bastantes meses atrás, donde tuve la temprana visita del obispo y de un párroco, (enviados por Andrés) por lo que pensaron que era cura.
Había varios angelitos celestes (muy diferentes a los de los hospitales)que al ver la biblia en el velador y las visitas que tuve, solo me hablaban de cosas espirituales y claro, yo en mi salsa, me entretuve bastante en ese aspecto.
Estuve en una pieza con dos camas, donde luego llegó un paciente con el cual iba a poder conversar, (misionero y ministro de la Iglesia) pero a la media hora llegó la esposa y pidió cambio de inmediato a una pieza de una sola cama para su esposo y quedé nuevamente solo.
La comida fue asquerosa el primer día, pero como Dios se apiadó al verme tan asustado (era mi primera y única hospitalización) me ayudó a la recuperación y los índices empezaron a mejorar, al día siguiente me dieron comida de enfermo pero comida de verdad.
Y como al paso de los días todo mejoraba, ya las enfermeras casi no pasaban porque ya no inspiraba lástima.
La pieza siguió solo con un huésped, ya sin la sombra de la "terrorífica operación a la próstata" y su posible cáncer así que me empecé a aburrir y desear partir a la casa.
Hablé, y me dieron el alta, con muchos remedios, una suculenta cuenta que mi isapre pagó casi íntegra y con mi cuerpo invicto de operaciones
¿quién se entretiene con un relato así? comparado con lo que escribe Rodrigo es fome al cuadrado

Reca dijo...

Tengo una regular experiencia en hospitalizaciones, hubo un tiempo en que visitaba el hospital cada año.
Recuerdo que una vez fui a ver a Coco Legrand (hace tiempo si, cuando hablaba en castellano) y me reí muchísimo cuando relataba su paso por la clínica para una cirugía. Fue después cuando recordaba lo relatado comencé a darme cuenta de que muchas de esas cosas me habían sucedido también a mi, pero ¿por qué cuando me sucedieron no las encontré graciosas? ¿que tendrá de divertido que a la hora de haber podido conciliar el sueño entre una mujer de blanco que dice: ¡boca abajo! ... ¿y quién puede volver a dormir con el trasero adolorido?
Pero una de las cosas que aprendí es que, como sea, la mejor manera de hacer llevadera la estadía en el hospital es tomar las cosas con el mejor humor posible.
Al comienzo, cuando se ingresa, el ánimo no es de los mejores, todo duele y normalmente no se deja dormir a nadie, pero pasado los dias el dolor cede y se saca la cabeza de debajo de las sábanas y se descubre el mundo exterior.
Un mundo de dimensiones más bien escasas, pero abundante en matices. Es increible como todo el zoológico humano puede estar representado en ocho camas, pero es así.
¿Como es la comida, buena o mala?, no es posible saberlo si hay uno que todo lo encuentra malo mientras hay otro que, terminados sus platos, les pide los suyos a los vecinos y se chupa los dedos como si el arroz pegado, las verduras semi crudas y la carne petrificada fuesen un manjar de los dioses...
Y así, hay tantas cosas, como la evaluación del personal femenino, por ejemplo, a quienes comienza uno admirando por sus curvas, pero termina prefiriendo por la suavidad de sus manos, porque ¿de qué sirve que la del turno de la mañana tenga una buena figura si te deja el brazo moreteado y siempre se le tapan las agujas?, se empieza a querer más a la de la tarde, que es algo desgarbada pero tiene una mano de seda.
Y eso que no he hablado de la hora de visitas...

Rodrigo dijo...

Tito: Es un relato entretenido, debías haberlo posteado en su momento. Sólo le falta una cosa para ser perfecto:
entusiasmo al contarlo, hombre... que no tiene nada de malo...

Bien que nos habríamos entretenido a costa del "curita"... (alguna vez -más de una- pasamos por cura, Rodolfo y yo...)

Rudolf Kastell dijo...

vaya par de "curas"...
qué años esos!

tito dijo...

Cuando joven me preguntaban si era cura, cuando casado si era doctor, ahora entrado en años varias veces me han preguntado si soy abogado.

tito dijo...

Tengo una duda:
¿para qué es la pulsera con código de barras?

¿será para que a Rossana no le entreguen el marido equivocado?

¿servirá que en caso de huída del hospital sea rastreado vía satelital?

¿será que al ser dado de alta mostrando el brazo, en Tesorería le dirán -igual que en supermercado- el monto de la cuenta?

¿será porque para el hospital es solo un frío número de paciente?

Rodrigo dijo...

¿Será, tal vez, para que se revise el código antes de la operación, y así no le saquen a uno el apéndice del paciente de al lado?

Reca dijo...

No creo que les preocupe demasiado el apéndice del vecino, voto más bien por la alternativa 3, la del supermercado...

Como dice Fígaro:

la dulce idea del oro.
La sola idea de ese metal

Eso es lo que hace funcionar las Clínicas.

También es aplicable la canción de Liza Minelli en Cabaret:

That clinking clanking sound
Can make the world go 'round.