[Parafraseando a Pérez Rosales]
Qué triste es ver lo poco que vale uno...
Por mucho tiempo, me sentí tranquilo, casi diríase feliz,
al ver lo importante, y necesario,
que era en mi trabajo.
Nada se hacía bien sin mí,
y en mi ausencia, los desaciertos, errores y omisiones fatales
se sucedían a diario.
A mi regreso de alguna ausencia,
vacaciones, licencia,
debía realizar labores de detective,
para encontrar la punta de la madeja
y desfazer tanto entuerto...
Me sentía tranquilo, y bien.
Convencido de que era útil, e importante,
de que dedicar la mayor parte de mis días al trabajo
tenía esa satisfacción.
Qué profundo error, que equivocación...
Al fin y al cabo, a casi 40 días de no trabajar,
jamás hice falta, nunca me llamaron para preguntarme nada,
como yo pensaba y aún esperé alguna vez.
Ni siquiera alguien me llamó para preguntarme cómo estaba.
Debí dedicar mi tiempo a vivir,
ahora lo veo,
porque de tanto trabajar y pensar en el trabajo,
al fin -si me alejan del mismo-
no me queda nada...
Pensé en esto, cuando tomé mi llavero,
lleno de llaves: de portones, puertas, casilleros y cajones,
y al sacar las del trabajo, apenas si me quedó más que nada...
Apenas, si la de la puerta de casa...
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4 comentarios:
Hace más de 3 mil años alguien ya lo sabía:
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
El primer día alguien te recuerda y pregunta, el segundo día alguien te recuerda pero no pregunta, al tercer día ya nadie te recuerda...
Hermano ¿y la operación va o no va?
Estoy viendo cómo pagar el millón ocho...
El hombre va al médico y este le dice:
-amigo mio, no queda más alternativa que operarlo.
-¿Y cuanto me va a costar, doctor?
-espere un momento, un llamado telefónico y lo sabemos.
El doctor toma el teléfono y llama.
-Aló, ¿con la Automotriz?
¿cuanto me dijo que cuesta la 4x4 que estuve viendo el otro día?
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