Más de una vez nuestros ojos se han enfocado a las pequeñas manchitas luminosas que titilan en el firmamento. Algunas veces, sólo nos arrebata su belleza, otras, lo que significan aquellas.
Puntos insignificantes de luz, chispas remanentes de inmensos, gigantescos soles que son eclipsados por distancias igualmente inmensas. Y aquí, sólo esas briznas.. y más las que no alcanzan a llegar.
Cómo disfruto estos momentos, cuando camino cansado de regreso a casa con los libros y cuadernos bajo el brazo; aunque también abrumado por las poesías y biografías que tengo que memorizar y las tareas de matemáticas y química, sin contar las fotografías de las páginas tales de algún libro a dibujar con mi torpe trazo, y, bueno, tantas más.
¡Qué alegría cruzar por esta pequeña loma y disfrutar su vista fantástica! ¡Qué rico recostarse así en el pasto y escuchar el chirriar de los bichos del rededor y el dulce susurrar del viento!
De cara al espacio imagino que estoy al frente del mundo dirigiendo su trayectoria como un piloto de planetas, y que poco a poco nos aproximamos a sistemas distantes.
Qué bueno sería, ¿no?, llegar a otro mundo habitado y presentarte «¡Hola!, vengo de un planeta donde las cosas son de tal manera...»
¡...Oh, que bonita fantasía!
La otra vez, en la escuela, le pregunté al maestro si podía haber vida en otros planetas. Todos mis amigos abrieron los ojotes bien atentos y el maestro se puso muy serio y contestó: «Podría ser, aunque... es improbable. Se necesitan condiciones ambientales bastante complejas para incitar la generación de la vida y permitir su proliferación y desarrollo; así es que, por lo pronto, seguimos estando solos.»
No me agradó la respuesta, aunque suena muy interesante.
En fin... seguiré soñando en nuestros supuestos vecinos al otro lado del universo.
Oh, oh, creo que se me ha hecho tarde; mamá debe estar preocupada.
Me voy antes de que cierre más la noche, pues hoy ambas lunas serán viejas y así no veré la brecha. Además, ¡uf!, aún me espera la biografía de Epkin Prano, los dibujos de la Tundra de Tarmenti e investigar el Teorema de Aravaneo sobre le Elasticidad del Tiempo... y las Leyes del Espacio Circular según Teknil, y...
fin
Bajado de El Deshollinador
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3 comentarios:
Notable !!! primo
Gracias
Reca me ha gustado mucho tu artículo. Recuerdo mi encuentro con las estrellas en los nítidos cielos de Carén, ya que gracias a la oscuridad del pueblo y que no existía televisión, mirábamos extasiados millones de estrellas.
Ya más grande me compré un libro donde enseñaba las diferencias entre unas y otras, de color, tamaño, antiguedad, forma del universo y cientos de detalles de un mundo excesivamente lejano pero que la vista acerca. Mi estrella favorita era Orión.
En tu casa pude instruirme más, me diste algunas clases y me mostraste algunos programas de estrellas, creo que en Atari.
Sí Tito, debe de haber sido en el Atari, que tenía muy buenos programas de astronomía.
También recuerdo esos cielos de Carén, estrellados de cerro a cerro, casi estirar la mano y tocar la vía láctea, me impresionaba mucho ese cielo.
Volví a sentir esa impresión el año 85, con ocasión de ver el Halley en medio del desierto de Atacama (en un viaje de vacaciones), en que el nombrado cometa era sólo un pequeño complemento de ese cielo espectacular.
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