5 de marzo de 2007

El famoso "Manual del cateo de la laucha"

Nos pasó, cuando jóvenes, que, al quedar “pillos” en algún asunto o “colgados de la brocha” en otro, algún viejo nos dijera con aire de suficiencia: cabros, es que ustedes no han leído el “Cateo de la laucha”.
Misterio, quedábamos igual. Por más que intentábamos averiguar de que se trataba, lo único que lográbamos eran miradas compasivas, “pobres cabros, no conocen el “Cateo de la laucha”… Otros te sacaban pica, “¿conocís cabro el último tomo del “Cateo de la laucha?, yo lo escribí”. Para qué más, eso sería todo.
Pero un buen día, sin darnos cuenta, descubrimos que el tiempo, a pesar de todo, no es tan malo, y si nos ha quitado el pelo y debilitado los huesos, nos ha dejado a cambio ¡eso mismo!, “El cateo de la laucha”.
Año tras año, como una enciclopedia por capítulos, agregó a nuestra biblioteca un tomo tras otro y, que importantes nos sentimos, nos hizo escribir, de nuestro puño y letra, más de un apéndice.
Si le hablas a una persona joven de éste indispensable manual para ir por la vida, seguramente se reirá, porque la juventud actual es más irrespetuosa, pero los viejos moveremos la cabeza y sonreiremos por dentro, porque sabemos que ya llegará el día, porque el tiempo pasa irremediablemente, en que ellos también serán poseedores, talvez no de los enésimos tomos, sino de la “Versión Digital 5.3.8 Compatible” del “Manual del cateo de la laucha”.
No importa, es lo mismo, el que sabe, sabe, hermano.

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