31 de marzo de 2025

Entre el tiempo y el ocaso

 


El tren avanzaba con su vaivén monótono, sacudiendo suavemente a los pasajeros. Afuera, la tarde teñía el mundo de tonos dorados, y la estación apareció de pronto, como una pintura suspendida en el tiempo.

Fue entonces cuando la vi.

De pie en el andén, con una expresión serena, una mujer observaba el tren con mirada difícil de descifrar. Su cabello, tocado por la luz del ocaso, parecía una llamarada trémula, y su vestido ligero bailaba con la brisa. No hacía ningún gesto, no buscaba a nadie. Simplemente estaba allí, etérea y distante, como un recuerdo de algo que aún no había sucedido. El mundo quedó en suspenso: ni tren ni estación, solo ella, flotando entre el tiempo y el ocaso…

Mi corazón pareció detenerse. No la conocía, pero durante un instante tuve la sensación irracional de que, si pudiera saltar del tren en ese mismo momento, la alcanzaría y mi vida sería otra. Pero en un segundo, o un siglo, el tren reinició su marcha, separándome de ella como en un sueño del que uno despierta bruscamente.

Su figura se hizo borrosa, desdibujada entre la velocidad y la nostalgia, hasta desaparecer por completo.

Y sin embargo, en ese breve instante, sentí que algo irremediable me había sido arrebatado. Como si, sin saberlo, hubiese estado esperando toda mi vida encontrarla, solo para perderla en un suspiro.

Jenofonte

26 de abril de 2023

Una de Artajerjes

 

Artajerjes era muy conocido (en La Serena) porque era curco, era árbitro de fútbol y tuvo varias trabajos que no recuerdo.
Pero mi papá nos contó más de una vez, que este señor también trabajó en el Telégrafo del Estado, y con su bicicleta partía a entregar los telegramas, los que normalmente llevaban noticias urgentes, buenas y malas.
Pero el personal del Telégrafo leía los mensajes que llegaban y se imprimían en unas delgadas cintas de papel, las que eran pegadas en un formulario y luego se doblaba y sellaba porque solo debía ser leído por el destinatario.
Y en una oportunidad, se celebraba una boda, y entró Artajerjes muy apurado y dijo con voz fuerte:

ALTO, SE SUSPENDE LA BODA.

Estupor, silencio en los asistentes.

-SEÑORITA, MI MAS SENTIDO PESAME, SU PADRE A MUERTO.

La novia se desmayó y algunos asistentes querían pegarle ahí mismo, los que fueron detenidos por otros fieles, no porque estuvieran en desacuerdo que se merecía un golpe, sino por respeto al sagrado templo.

Sin duda que Artajerjes había leído el mensaje previamente y dejó la grande....

(Publicado por Tito)