Cuántos sinsabores nos trae la vida, cuántos, cada día.
Y, sin embargo, nunca nos acostumbramos a ellos, y cuando nos ocurre algo, nos amarga, nos deprime, nos aplasta.
Mi jefe -no mi jefe directo, sino "el de más arriba" (°'°) - tuvo la gran idea de cambiarme de puesto de trabajo. Así, casi casi "de un paraguazo". Por tanto, voy a dejar el área en que he trabajado por catorce años, para iniciar todo de nuevo, realizando labores que nunca hice y que apenas si sospecho (que de conocerlas, nada).
Cree él (es un hombre de fe, por lo que se ve) que con las capacidades que he demostrado a lo largo de estos años, podré facilmente no sólo aprender mis nuevas tareas, y un nuevo software, sino además convertirme en el "key user" de éste, y dar soporte necesario a quien lo requiera.
Además, pierdo el turno 7x7, que resulta tan conveniente en faena, para pasar a 4x3, el peor turno que se ha visto.
Pierdo también mi amplio escritorio, y la espaciosa oficina en la que he pasado los últimos 4 años, para ir a un vil container.
Todo esto, sin una mejora en el cargo, ni en el nivel ni -sobra decirlo- en el sueldo.
Sin embargo, nada de esto me molesta o me preocupa mayormente.
Lo que si me molesta, profundamente, lo que sí me amarga y me quita el sueño, lo que considero de un abuso insoportable e inaceptable, es que en mi nueva oficina, dentro de ese estrecho container, tendré que trabajar en un pequeño escritorio, y -oh, crueldad a la que se somete a los trabajadores sólo por ser ya mayores- no sólo estaré lejos de mis viejos, desaliñados y toscos compañeros de trabajo, con quienes por tanto tiempo he compartido, sino que además, además, tendré que trabajar día a día en medio de dos lindas, tiernas y perfumadas jovencitas veinteañeras: una rubia de sonrosada tez a mi izquierda , y a mi derecha otra que -cual blancanieves- lleva las alas de un mirlo por cabello y almendrados ojos negros...
¿Habráse visto semejante ignominia?!! ¿No esto acaso, abusivo, por decir lo menos? Que falta de consideración...
¡Ay! Las cosas a que se ve uno sometido en el trabajo, por unas cuantas monedas.
Y todo porque uno tiene una familia que alimentar...
Bien lo dicen las escrituras, bien que lo dicen: "ganarás el pan con el sudor de tu frente"...
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