20 de junio de 2016

Amazonas

En equitación, « monter en amazone » significa que el jinete cabalga con ambas piernas de un mismo lado del caballo. Durante siglos esta ha sido la única manera “decente” en que una mujer podía montar a caballo. Puesto que las faldas largas dificultaban de cualquier manera el que una mujer montara, se desarrolló una silla especial que permitiera manejar el caballo, aun teniendo ambas piernas del mismo lado. Se atribuye a Catalina de Medicis el diseño que mejoró la silla.


Lord Goring. - ¡Qué fastidio! No encuentro con quién hablar en esta casa. Y estoy repleto de informaciones de interés. Me siento como si fuese la última edición de tal o cual órgano. 
James. - Sir Robert está aún en el Foreign Office, milord.
Lord Goring. - ¿Lady Chiltern no ha bajado todavía ?
James. - Su Señoría no ha salido aún de su habitación. Miss Mabel acaba de volver de un paseo a caballo.
Lord Goring. -  ¡Ah! Eso, ya es algo.
(Oscar Wilde, El marido ideal)







Debería haber comenzado por describir la comitiva. Don José Miguel no era el único de poncho, o mejor dicho, muy pocos iban sin él, aunque algunos de los jóvenes lo llevaban alrededor de la cintura en vez de cubrir con él sus hombros. Casi todos usaban monturas chilenas, con un gran número de alfombras y pieles, Las señoras montaban sillas inglesas. La generalidad de ellas vestia casacas de color, largos vestidos blancos y sombreros adornados con flores; dos llevaban pequeños sombreros de teatro con plumas y ricos vestidos de seda: solo mi criada y yo teniamos sencillas y serias amazonas.
(Maria Graham, Diario de su residencia en Chile)








Con este incidente hubo un cambio en la posición de cada jinete, y ora fuese efecto de la casualidad, ora de un movimiento intencional, Leonor se encontró de repente al lado de Rivas; y Matilde, que trataba de contener los movimientos de su caballo, oyó a su lado la voz de San Luis que la saludaba.
-Aquí estamos mal -dijo Leonor a Martín-. ¿,Le gusta a usted galopar?
-Sí, señorita -contestó Rivas.
-Sígame entonces -repuso Leonor, volviendo su caballo hacia el sur.
Alberto Blest Gana, Martín Rivas)




"Rotten Row" es una corrupción de Route du Roi, o Camino del Rey, y es ahora una escuela de equitación. Los caballos son espléndidos y los hombres, especialmente los caballerizos, saben montar, pero las mujeres lo hacen muy tiesas, y además saltan, lo cual no se ajusta a nuestras normas. Me moría por mostrarles lo que es un galope americano realmente arrollador, pues ellas no hacían más que trotar del modo más solemne y aburrido del mundo, con sus trajes ajustados y sombreros de copa, que les daban el aspecto de las mujeres de un arca de Noé de juguete.
(Louisa M. Alcott, Las mujercitas se casan)




En aquel momento llegó junto a ellos el viejo cochero, que había estado aguardando cerca con su caballo; Fanny montó en el suyo y ambos partieron atravesando el parque en otra dirección... sin que en ella disminuyera su desazón al darse vuelta y ver a los otros dos, caminando juntos por la pendiente de la colina hacia el pueblo; ni le hicieron mucho bien los comentarios de su acompañante sobre las excelentes disposiciones de miss Crawford para amazona, cosa que el hombre había estado observando casi con tanto interés como ella misma.
––¡Da gusto ver a una mujer con tanto arrojo para montar! ––decía el buen hombre––. Jamás conocí a otra que se mantuviera tan bien a caballo. Parece que no tenga ni idea del miedo. 
(Jane Austen, Mansfield Park)



Al ver el coche, los jinetes apresuraron el andar de sus caballos. Delante, al lado de Veselovsky, iba Ana, que llevaba con paso tranquilo su caballo inglés, pequeño y fuerte, de crines y cola cortas. La hermosa cabeza de Ana, con los cabellos negros, que desbordaban del alto sombrero, sus hombros rectos, el talle fino, su actitud tranquila y graciosa, formaban una bonita estampa de amazona que, a la vez que la admiraron, llenaron a Dolly de sorpresa.
En el primer momento le pareció algo inconveniente que Ana montara a caballo. Daria Alejandrovna consideraba aquello como una coquetería que no iba bien con su situación. Pero, cuando la vio de cerca, rectificó aquel juicio. Era todo tan sencillo, tranquilo y digno en la figura y la actitud de Ana que nada podía resultar más natural.
(Leon Tolstoi, Ana Karenina)


Era, pues, en la última plataforma de la torre, bajo los pliegues de los colores nacionales, desplegados a la brisa del Firth of Clyde, donde la señorita Campbell gustaba de ir a soñar durante horas enteras. Allí se había dispuesto un bonito refugio aireado como un observatorio, donde podía leer, escribir, dormir, en cualquier época del año, al abrigo del viento, del sol y de la lluvia. Era allí donde tenían que ir a buscarla la mayoría de las veces. Si no la encontraban allí, era porque su fantasía la impulsaba a perderse en las florestas del jardín, ya sola, ya acompañada de la señora Bess, a menos que estuviera recorriendo a caballo los campos de los alrededores, seguida siempre por el no menos fiel Partridge, que tenía que espolear al suyo para no quedarse rezagado de su joven ama.
(Julio Verne, El rayo verde)

2 comentarios:

Rodrigo dijo...

Diría que en la última imagen el dibujante cometió un error, pues las jinetes quedan mirando hacia el frente (como se puede ver claramente en las otras), y no hacia el lado. Eso es propio de las sillas antiguas, anteriores a la de Catalina.

Jenofonte dijo...

No todos los pintores se preocupan de los detalles (¿no has visto esas marinas, en que las velas muestran que el viento viene de un lado mientras las olas dicen que viene del otro?)