27 de junio de 2016

Un pedazo de plancha a carbón.

 Pocos lugares me han impresionado de tal manera. En pocos lugares me sentido tan sobrecogido, tan impactado, como en los terrenos hoy despoblados y yermos, de lo que fuesen antaño aquellas minas abandonadas. No soy hombre que pueda verlas cosas como sólo algo material.
No, para mí, las cosas van más allá, bastante más allá que eso.



Por eso, no puedo yo mirar una botella quebrada, un trozo de plato,una herradura gastada, o un trozo de plancha a carbón, y pensar en ellos como tales cosas, o sólo en lo que esas piezas fueron.
No, para mí, un trozo de plancha a carbón no me hace pensar en cómo eran, en otros tiempos ya idos, tales artefactos; mucho menos me permite verlo como algo ya inservible, una pieza de basura, ni aún como un simple retazo de historia.



Ese trozo de plancha, la quebrada botella, la herradura gastada clavada a su pezuña, o la mitad de un plato de cerámica, me hacen pensar en las personas que los hicieron, que los usaron, para quienes eran -tal vez, quién sabe- la última herradura que le puso a un buey, el plato en que servía a su marido, la plancha con que trabajaba o la botella con que ahogó una pena mayor.



Cuando ves ese lugar frío, inhóspito, desolado, cuando sientes en tu cara la gélida caricia del viento, cuando encuentras en medio de esos restos un zapato viejo, curtido y retorcido por el sol, pero todavía rojo, todavía con las correas que a un tobillo de muchacha lo ciñeron, y te das cuenta que aún tiene el pié dentro, no puedes, simplemente no puedes, verlo como sólo algo de otro tiempo.

Al menos yo, no puedo.

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2 comentarios:

Jenofonte dijo...

Cuando paso cerca de las ruinas casi irreconocibles de una oficina salitrera, no puedo evitar pensar que ahí vivía gente, que se asomaba a las puertas y caminaba por la calles. Pero otros solo verán unas paredes destrozadas y la mayoría ni siquiera las verán. Cada uno ve lo que quiere ver.

"-Pero cómo, esa ciudad está muerta desde hace miles de años.
El marciano se echó a reír.
-¡Muerta! Dormí allí anoche.
-Y yo estuve allí la semana anterior y la otra, y hace un rato, y es un montón de escombros. ¿No ves las columnas rotas?
-¿Rotas? Las veo perfectamente a la luz de la luna. Intactas.
-Hay polvo en las calles -dijo Tomás.
-¡Las calles están limpias!
-Los canales están vacíos.
-¡Los canales están llenos de vino de lavándula!
-Está muerta.
-¡Está viva! -protestó el marciano riéndose cada vez más-. Oh, estás muy equivocado ¿No ves las luces de la fiesta? Hay barcas hermosas esbeltas como mujeres, y mujeres hermosas esbeltas como barcas; mujeres del color de la arena, mujeres con flores de fuego en las manos. Las veo desde aquí, pequeñas, corriendo por las calles."

(Ray Bradbury, Encuentro nocturno)

Rodrigo dijo...

Sí, de eso hablo. Entré en los restos de una construcción, un cuadrado de pircas, que constituían las paredes. Estaban hechas con algunas piedras y grandes trozos irregulares de sal. Podía verse hacia fuera a través de ellas, por la falta de algo que rellenara los espacios. sentí el viento entrar por ahí, y no pude menos que imaginarme a sus habitantes allí, acurrucados, intentando dormir pese al frío reinante...