29 de noviembre de 2011
23 de noviembre de 2011
19 de noviembre de 2011
Basadas en la novela El jorobado (Enrique de Lagarderde) de Paul Feval, dos películas distintas.
La primera es Le Bossú (En garde), de 1997, dirigida por Philippi de Broca y con la actuación de Daniel Artuil (Enrique de Lagardere) y Fabrice Luchini (Felipe Gonzaga), el bueno y el malo respectivamente.
La película va de la mano con el texto en la medida de lo posible, meter en dos horas todo lo que sucede en una de esas novelas de capa y espada es virtualmente imposible. La actuación de Arteuil es bastante decente, aunque no me parece que le quede muy bien el papel de Enrique, pero el de jorobado si que le sale bueno. En cuanto a Fabrice Luchini, sí que se destaca en el papel del malvado Gonzaga, resulta en verdad insidioso, desagradable, viscoso. En suma, una película con aventuras y humor, basada en una novela de las de antes, con buenos buenos y malos malos. La estocada de Nevers es la otra protagonista.
La segunda es Lagardere, serie de televisión del 2003, dirigida por Henri Helman y protagonizada por Bruno Wolkowitch (Lagardere) e Yvon Back (Gonzaga).
Siendo una serie de televisión disponía de más tiempo para desarrollar la trama, pero también es la que más desvíos tiene respecto del libro.
Las actuaciones son buenas y la película entretenida pero, pero alguien decidió hacer un gran cambio para hacerla politicamente correcta, Lagardere se queda no con Aurora sino con su madre, la viuda de Nevers (una de esas estupideces a las cuales ya debiéramos estar acostumbrados ¿Hollywood es contagioso?)
14 de noviembre de 2011
Perfume
Sería medianoche cuando desperté sobresaltado, me pareció sentir que la puerta se cerraba. Luego escuché un casi imperceptible roce de pies sobre la alfombra y el rumor de un cuerpo al deslizarse entre las sábanas. La noche transcurrió con la suavidad de la arena que cae en el reloj, mientras me sentía cautivo de un dulce arrobamiento para después sumergirme en un suave y apacible adormecer. Al despertar con las luces de la aurora, estaba solo, pero me hizo dudar que sólo hubiese sido un sueño, el delicado aroma de un perfume suspendido en el leve aire de la mañana...
Jenofonte
Jenofonte
12 de noviembre de 2011
Ringo Starr en el Arena - Santiago
El viernes cuatro de noviembre me encaminé hasta el Parque O' Higgins donde está la famosa cúpula del Arena Santiago. La verdad es que no la conocía por dentro ya que es el primer recital al que asisto en ese lugar. Es un espacio inmenso y lo mejor es que cuando uno tiene asiento numerado va a la segura y más encima ayudado por una gentil acomodadora. ( Ejem...)
Por supuesto que fui premunido de la camarita de video para inmortalizar parte del show. Hoy son tan pequeñas que pasan piola en el bolsillo, así que finalmente logré grabar algunas canciones con algunos baches eso sí, algunos por mi culpa y otros porque los fanáticos que estaban ubicados a ambos lados me golpeaban con sus codos al levantar los brazos.
Por supuesto que fui premunido de la camarita de video para inmortalizar parte del show. Hoy son tan pequeñas que pasan piola en el bolsillo, así que finalmente logré grabar algunas canciones con algunos baches eso sí, algunos por mi culpa y otros porque los fanáticos que estaban ubicados a ambos lados me golpeaban con sus codos al levantar los brazos.
Hay que reconocer eso sí que el peso específico de Ringo no se compara al resto de los integrantes de Los Beatles, no produce la misma ansiedad que logró Paul McCartney en el Estadio Nacional sin embargo fue un show entretenido y además acompañado por virtuosos músicos de la denominada "All Starr Band".
A pesar de todo, lo que valió la pena, al menos para mí, fue tener la oportunidad de ver y escuchar personalmente a uno de los integrantes de Los Beatles. Claro que me hubiese gustado más ver a Harrison o Lennon en vivo y en directo. De eso no hay duda...
A pesar de todo, lo que valió la pena, al menos para mí, fue tener la oportunidad de ver y escuchar personalmente a uno de los integrantes de Los Beatles. Claro que me hubiese gustado más ver a Harrison o Lennon en vivo y en directo. De eso no hay duda...
Terminado el show y al subirme al bus para volver a casa sucedió lo mas gracioso de la noche. Arribaron junto a nosotros un dúo al que yo llamo "Los Pickles", a los cuales ya había visto anteriormente cantar en la calle canciones de Los Beatles. Son picantes, pero lo hacen bastante bien, por lo que los grabé para compartirlo con ustedes.
9 de noviembre de 2011
Aunque soy de las que borran sin leer todos los correos "Forwarded" que me llegan, creo que tuve el "acierto" de no eliminar este...
|
De los resultados de la biopsia y el hallazgo de un Alien
Con esta tercera entrega me propongo cerrar la historia de exámenes y posterior biopsia que ha vivido mi sufrida próstata, la que al final no estaba tan a mal traer como se sospechaba.
Debo reconocer eso sí, que igual estaba preocupado y un poco nervioso por enfrentarme a la situación de tener que ir a recibir los resultados. Tanto es así, que decidí no ir a buscarlos antes de irnos a La Serena el fin de semana extra large que tuvimos con toda la familia, un pololo y el perro Milou. Bueno, pero esa es otra historia...
El asunto era enfrentarse al momento de pedirlos ...
Buenos días ! mi nombre es Jorge Acuña y vengo por los resultados de la biopsia. Momentito por favor !, me contesta una enjuta dama con su uniforme característico. El tiempo pasa lento y pienso que talvez no los encuentra, que se extraviaron... hasta que aparece nuevamente y me dice, ahora con una sonrisa en su rostro hierático y de pronto afable... la biopsia está bien, no tiene cáncer a la próstata ! Así sin anestesia !!! care' palo ... y luego pienso que es bueno que las cosas se digan por su nombre, así sin tapujos ni eufemismos.
Camino por los pasillos con una sonrisa de satisfacción al saber que por ahora estoy salvándome y me dirijo a retirar otro de los exámenes, se trata de una "Ecotomografía renal y Vésico prostático", largo el nombre... pero terminé aprendiéndomelo.
Me dicen que el examen está bien aunque hay alguna anomalía en cuanto a su volúmen, algo que aumente de volúmen pienso yo, ya que de un tiempo a esta parte lo único que crece de volúmen es la panza...
Me voy a casa con ese tremendo sobre donde echan los exámenes y al llegar observo detenidamente las placas radiográficas, esas que le pasan a uno y por mas que las mira no entiende nada. Es difícil imaginarse como los médicos pueden ver y deducir tantas cosas de algo tan extraño. Pero... lo que me sorprendió al mirar detalladamente la ecotomografía fue una figura ! un rostro ! un alien !!!
El asunto era enfrentarse al momento de pedirlos ...
Buenos días ! mi nombre es Jorge Acuña y vengo por los resultados de la biopsia. Momentito por favor !, me contesta una enjuta dama con su uniforme característico. El tiempo pasa lento y pienso que talvez no los encuentra, que se extraviaron... hasta que aparece nuevamente y me dice, ahora con una sonrisa en su rostro hierático y de pronto afable... la biopsia está bien, no tiene cáncer a la próstata ! Así sin anestesia !!! care' palo ... y luego pienso que es bueno que las cosas se digan por su nombre, así sin tapujos ni eufemismos.
Camino por los pasillos con una sonrisa de satisfacción al saber que por ahora estoy salvándome y me dirijo a retirar otro de los exámenes, se trata de una "Ecotomografía renal y Vésico prostático", largo el nombre... pero terminé aprendiéndomelo.
Me dicen que el examen está bien aunque hay alguna anomalía en cuanto a su volúmen, algo que aumente de volúmen pienso yo, ya que de un tiempo a esta parte lo único que crece de volúmen es la panza...
Me voy a casa con ese tremendo sobre donde echan los exámenes y al llegar observo detenidamente las placas radiográficas, esas que le pasan a uno y por mas que las mira no entiende nada. Es difícil imaginarse como los médicos pueden ver y deducir tantas cosas de algo tan extraño. Pero... lo que me sorprendió al mirar detalladamente la ecotomografía fue una figura ! un rostro ! un alien !!!
Parece que esta historia irá mas allá de una trilogía...
4 de noviembre de 2011
Al norte y de regreso.
Sintió crujir la capa de sal que cubría el suelo, bajo el peso de sus botas, y supo que se había salido del rastro dejado por los que iban adelante. Lo confirmó una voz áspera, extraña:
--¡A la fila!
Le costaba al sargento sacarle palabras a su boca reseca, pero estaba atento.
Siguió caminando, ¿cuánto tiempo llevaban de camino?, no había manera de saberlo, perdida la noción del tiempo en esa marcha monótona, interminable. Pero los labios partidos daban fe de que hacía mucho ya que habían sacado la última gota de agua de las caramayolas.
Uno de los que iban adelante cayó pesadamente al costado, al parecer alguien hizo ademán de ayudar, porque el teniente dijo con voz firme:
--¡Nadie salga de la fila!, izquierda, derecha, izquierda, derecha, ¡marchen!
Atrás se fue quedando el cuerpo del caído, mientras la columna continuaba la marcha con su ritmo cansino.
De algo servía el entrenamiento, el cuerpo entero gritaba ¡basta, quiero descansar!, pero las piernas, desconectadas del cerebro, seguían obedeciendo la orden –izquierda, derecha, izquierda, derecha.
Miró al costado y vio como se proyectaba la sombra de la columna y pensó: Vamos hacia el norte, al norte.
--¡Nos vamos al norte, niños, nos vamos al norte! Era el grito que alborozados lanzaban mientras se embarcaban en el vapor que los llevaría a la guerra.
Y el vapor, cumpliendo sus deseos, los llevó al norte atravesando el desierto de agua, para dejarlos allí, en ese mar de arena donde ahora caminaban, siempre al norte.
Sus piernas se estremecieron, pero sintió que lo sostenían de las correas de la mochila
-- No afloje compadre, que ya falta poco.
El teniente debió escucharlo, porque dijo con voz serena, tal vez intentaba también engañarse un poco a si mismo:
-- ¡Adelante niños, que ya falta poco, adelante!
La columna siguió su marcha, los labios resecos, los ojos ardiendo, las ampollas de los pies hace rato convertidas en llagas, dejando además, como tributo al desierto, uno que otro cuerpo dormido sobre la sábana de sal.
De pronto, de la cabeza de la columna surgió un rumor, el rumor subió de tono y corrió como un reguero de pólvora a lo largo de la columna convirtiéndose de pronto en mágicas palabras
--¡el agua!, ¡el agua!
Adelante, bajo un improvisado toldo de lona, esperando, se veían las cuadradas figuras de dos carretas cargadas con barriles de agua.
La columna perdió su forma, los oficiales intentaron mantener el orden
-- ¡Tranquilos, niños, si alcanza para todos!
Pero ya la columna se había transformado en un círculo de brazos que rodeaba las carretas, los vasos de las caramayolas en alto esperando el agua que los conmovidos arrieros se apresuraban a repartir.
Cuando al rato, saciada la sed, descansaba recostado en una piedra, vio venir a un subteniente
-- Voluntarios para ir a buscar a los rezagados.
Sintió que una mano se posaba en su hombro,
-- Vamos compadre, vamos.
Se levantó trabajosamente y escuchó su propia voz decir, con un tono extrañamente alegre,
-- Vamos compadre, vamos al sur ahora, para variar un poco.
No lo encontraron, tropezaron con él, el sucio blanco del uniforme se confundía con el blanco sucio del terreno. Estaba como había caído, a lo largo, no tenía señales de estar vivo y, solo cuando lo movieron para ponerlo boca arriba, se quejó débilmente demostrando que a pesar de todo estaba vivo.
--Amigo, venimos a buscarlo, le dijo, pero no hubo respuesta. Le levantaron la cabeza y le vertieron un poco de agua en los labios resecos, agrietados. –Vamos, compañero, beba un poco.
El soldado pareció despertar y comenzó a beber ávidamente. –Pare compadre, no le de mucha agua de golpe, tiene que ser de a poquito.
Lo pensó un poco pero decidió que valía la pena y, lentamente, casi con ternura, le vertió un poco de agua en la cara, para lavarle el polvo que le cubría los ojos.
El soldado entreabrió los párpados y dijo con dificultad –gracias… gracias, amigo, y los volvió a cerrar.
--Es Benitez, pensó, no lo había reconocido, es difícil reconocer a alguien con una costra de salitre en el rostro. Le dio otro poco de agua y pareció reanimarse un poco. --¿Qué paramos a descansar? preguntó, ni siquiera se había dado cuenta de lo que había sucedido, seguramente ya estaba dormido antes de caer.
--No, amigo, se quedó rezagado y nosotros regresamos a buscarlo, llegamos al agua, allá estamos acampados ahora, tiene que levantarse, entre los dos le ayudaremos a caminar, vamos.
--El agua, dijo Benitez, si la escucho, se nota que el río trae agua, llovió harto este año, ¿ven como verdean los cerros?
Se miraron desconcertados, --está desvariando el amigo, dijo, ni siquiera sabe dónde estamos, a mil leguas de algo verde.
--Ya estamos llegando a mi rancho, ¿ven esos tres álamos?, está allí detrás, cerquita del río. Vengan conmigo, descansaremos y mi mujer nos hará una cazuela de gallina.
--Claro, amigo, aquí vamos, ¿cierto compadre?
Se miraron en silencio ¿qué otra cosa podían hacer? En voz baja dijo
-–tendremos que cargarlo, no creo que pueda caminar, el otro asintió.
Quiso darle otro sorbo de agua pero esta cayó al suelo, Benitez no la recibió. No necesitaron comprobar si aun respiraba, el curtido rostro ya mostraba esa paz que solo una muerte tranquila es capaz de dar.
--Venir a morir tan lejos, dijo.
--No compadre, no murió lejos, murió en su casa…
Jenofonte
--¡A la fila!
Le costaba al sargento sacarle palabras a su boca reseca, pero estaba atento.
Siguió caminando, ¿cuánto tiempo llevaban de camino?, no había manera de saberlo, perdida la noción del tiempo en esa marcha monótona, interminable. Pero los labios partidos daban fe de que hacía mucho ya que habían sacado la última gota de agua de las caramayolas.
Uno de los que iban adelante cayó pesadamente al costado, al parecer alguien hizo ademán de ayudar, porque el teniente dijo con voz firme:
--¡Nadie salga de la fila!, izquierda, derecha, izquierda, derecha, ¡marchen!
Atrás se fue quedando el cuerpo del caído, mientras la columna continuaba la marcha con su ritmo cansino.
De algo servía el entrenamiento, el cuerpo entero gritaba ¡basta, quiero descansar!, pero las piernas, desconectadas del cerebro, seguían obedeciendo la orden –izquierda, derecha, izquierda, derecha.
Miró al costado y vio como se proyectaba la sombra de la columna y pensó: Vamos hacia el norte, al norte.
--¡Nos vamos al norte, niños, nos vamos al norte! Era el grito que alborozados lanzaban mientras se embarcaban en el vapor que los llevaría a la guerra.
Y el vapor, cumpliendo sus deseos, los llevó al norte atravesando el desierto de agua, para dejarlos allí, en ese mar de arena donde ahora caminaban, siempre al norte.
Sus piernas se estremecieron, pero sintió que lo sostenían de las correas de la mochila
-- No afloje compadre, que ya falta poco.
El teniente debió escucharlo, porque dijo con voz serena, tal vez intentaba también engañarse un poco a si mismo:
-- ¡Adelante niños, que ya falta poco, adelante!
La columna siguió su marcha, los labios resecos, los ojos ardiendo, las ampollas de los pies hace rato convertidas en llagas, dejando además, como tributo al desierto, uno que otro cuerpo dormido sobre la sábana de sal.
De pronto, de la cabeza de la columna surgió un rumor, el rumor subió de tono y corrió como un reguero de pólvora a lo largo de la columna convirtiéndose de pronto en mágicas palabras
--¡el agua!, ¡el agua!
Adelante, bajo un improvisado toldo de lona, esperando, se veían las cuadradas figuras de dos carretas cargadas con barriles de agua.
La columna perdió su forma, los oficiales intentaron mantener el orden
-- ¡Tranquilos, niños, si alcanza para todos!
Pero ya la columna se había transformado en un círculo de brazos que rodeaba las carretas, los vasos de las caramayolas en alto esperando el agua que los conmovidos arrieros se apresuraban a repartir.
Cuando al rato, saciada la sed, descansaba recostado en una piedra, vio venir a un subteniente
-- Voluntarios para ir a buscar a los rezagados.
Sintió que una mano se posaba en su hombro,
-- Vamos compadre, vamos.
Se levantó trabajosamente y escuchó su propia voz decir, con un tono extrañamente alegre,
-- Vamos compadre, vamos al sur ahora, para variar un poco.
* * *
--Amigo, venimos a buscarlo, le dijo, pero no hubo respuesta. Le levantaron la cabeza y le vertieron un poco de agua en los labios resecos, agrietados. –Vamos, compañero, beba un poco.
El soldado pareció despertar y comenzó a beber ávidamente. –Pare compadre, no le de mucha agua de golpe, tiene que ser de a poquito.
Lo pensó un poco pero decidió que valía la pena y, lentamente, casi con ternura, le vertió un poco de agua en la cara, para lavarle el polvo que le cubría los ojos.
El soldado entreabrió los párpados y dijo con dificultad –gracias… gracias, amigo, y los volvió a cerrar.
--Es Benitez, pensó, no lo había reconocido, es difícil reconocer a alguien con una costra de salitre en el rostro. Le dio otro poco de agua y pareció reanimarse un poco. --¿Qué paramos a descansar? preguntó, ni siquiera se había dado cuenta de lo que había sucedido, seguramente ya estaba dormido antes de caer.
--No, amigo, se quedó rezagado y nosotros regresamos a buscarlo, llegamos al agua, allá estamos acampados ahora, tiene que levantarse, entre los dos le ayudaremos a caminar, vamos.
--El agua, dijo Benitez, si la escucho, se nota que el río trae agua, llovió harto este año, ¿ven como verdean los cerros?
Se miraron desconcertados, --está desvariando el amigo, dijo, ni siquiera sabe dónde estamos, a mil leguas de algo verde.
--Ya estamos llegando a mi rancho, ¿ven esos tres álamos?, está allí detrás, cerquita del río. Vengan conmigo, descansaremos y mi mujer nos hará una cazuela de gallina.
--Claro, amigo, aquí vamos, ¿cierto compadre?
Se miraron en silencio ¿qué otra cosa podían hacer? En voz baja dijo
-–tendremos que cargarlo, no creo que pueda caminar, el otro asintió.
Quiso darle otro sorbo de agua pero esta cayó al suelo, Benitez no la recibió. No necesitaron comprobar si aun respiraba, el curtido rostro ya mostraba esa paz que solo una muerte tranquila es capaz de dar.
--Venir a morir tan lejos, dijo.
--No compadre, no murió lejos, murió en su casa…
Jenofonte
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
-
M mmhhhhh… ¿Cómo empezar? La historia del chancho chino tiene muchas facetas, tantas como personas había alrededor de la mesa aquel día… Y...
-
Para que lo conozcan este es mi primo regalón Jorge Patricio (ex Pato) en su penúltima visita en 1986. Bueno, para los "chicos" se...
-
En la conversa con la tía Adriana y la tía Consuelo, me comentaban de una antigua canción popular que cantaban en Carén durante "la pel...