9 de mayo de 2009

Al trabajo, con luna y frío

Hoy me sonríes, luna esplendorosa,
que brillando en el cielo del desierto,
compadeces mi helada, temblorosa,
entumida, figura que por cierto,
el destino implacable así ha dispuesto,
deba marchar en tan fria madrugada,
si con sueño quizá medio despierto,
a cumplir con el alma resignada,
bíblico precepto, sin sudor, no ganas nada.

2 comentarios:

tito dijo...

Lindo poema, me recordó mis tiempos en la helada minera Escondida, con esa soledad más allá de la mina, con ese desierto impresionante de día o de noche

Rudolf Kastell dijo...

A mí me hizo recordar otro tiempo, en que, con más juventud y brío, comenzaba mi labor en la Mina, con mucho frío.
¿Cómo es posible olvidar la helada mañana, esperando el bus, a las cuatro de la madrugada?
Regreso al frío/calor del desierto, de donde quizás nunca debí haber salido, esta vez a retomar un destino que deseché y hoy quiero retomar ese camino.