11 de agosto de 2022

El día que me perdí, sin saber que estaba perdido. (Tito)

 

No recuerdo donde había ido, pero la idea era que me juntara con la familia en el parque Pedro de Valdivia, en la tarde. Tendría unos 9 o 10 años.
Cuando llegué no estaban, pero encontré unos amigos y me puse a jugar y se pasó la hora. Uno de ellos me dijo, oye ¿no es tarde ya? No, es que debo esperar a mi familia y seguimos jugando.


Pasó el tiempo y ellos dijeron que ya debían volver a sus casas y regresé a la mía.
Cuando llegué, me abrió el Requi y alterado me preguntó dónde estaba, y gritó que yo había llegado, y vi caras de angustia en todos y me retaron mucho.
Ellos decidieron no ir al parque pero yo debía suponer que si no estaban debía haberme regresado de inmediato.
Nunca los había visto tan preocupados por mí y en ese minuto no dimensioné lo que ellos habían pasado.
Con los años entendí que estuve fuera varias horas sin que supieran qué me había pasado ni dónde estaba.

1 comentario:

Jenofonte dijo...

Así es, con frecuencia sucede que no es que la criatura esté perdida, es la criatura la que se le pierde a los padres. También los padres se pierden.
Aviso por los parlantes del supermercado:
"Atención, se busca a un niño de 4 años, vestido con bluejeans azules y polera blanca"
Y el niño piensa: "Otra vez se perdió mi mamá..."