Tenía gran aceptación una revista llamada 'The amateur'. Su objeto era noble. Trataba de enseñar la bella lección de la independencia, de inculcar la hermosa doctrina de bastarse a sí mismo.
Un capítulo le explicaba a uno cómo podía hacer floreros con latas de carne de Australia; otro, cómo podía convertir tarros de manteca en taburetes para piano; un tercero cómo podía utilizar las cajas viejas de sombreros para hacer persianas venecianas: el principio era siempre el hacer una cosa con algo no destinado al efecto, y lo menos adecuado posible.
Se hacían marcos para cuadros con tapas de botella de cerveza. Se guardaban las tapas; se buscaba un cuadro... y ya estaba. Qué cantidad de cerveza era necesario consumir para poder preparar la manufactura de cada marco, y cuál era el efecto de tanta bebida sobre el bienestar físico, mental y moral del marquero, eran cosas que al 'The amateur' le tenían sin cuidado. Yo calculo que para un cuadro de tamaño regular podrían bastar unas dieciséis docenas de botellas. Lo dudoso es si al cabo de dieciséis docenas de botellas le quedarían a uno ganas de poner marco a un cuadro, y si el mismo cuadro le inspiraría el menor orgullo. Pero, claro es, no se trataba de eso.
---Sí, bien mirado es feo--- me dijo uno cuando contemplábamos el marco desde el centro de la habitación---. Pero lo que vale es haberlo hecho uno mismo.
Reflexión que, según he observado, nos reconcilia con muchas cosas además de los marcos hechos con tapas de cerveza.
(Jerome K. Jerome)
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
-
M mmhhhhh… ¿Cómo empezar? La historia del chancho chino tiene muchas facetas, tantas como personas había alrededor de la mesa aquel día… Y...
-
Para que lo conozcan este es mi primo regalón Jorge Patricio (ex Pato) en su penúltima visita en 1986. Bueno, para los "chicos" se...
-
En la conversa con la tía Adriana y la tía Consuelo, me comentaban de una antigua canción popular que cantaban en Carén durante "la pel...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario