26 de julio de 2012

Al tercer canto del gallo...


 Cantó el gallo.
Un canto largo y algo estridente.
En la negrura de su conciencia, él no lo advirtió siquiera. No significó nada para él, en la cómoda tibieza de su lugar.

La hora pasó y, en las profundidades de su mente, algo quiso reaccionar al escucharse el segundo canto del gallo, como si un poco de luz se hubiese abierto paso en la oscuridad.
Pero no fue suficientemente luminosa como para hacerlo consciente de lo que hacía.

Y volvió a caer en la profundidad de las tinieblas.

Mas el gallo cantó por tercera vez.
Y el sonido de este tercer canto pareció distinto, más fuerte, más estridente,

Y entonces sí, al profético tercer canto del gallo, un rayo de luz penetró entre las tinieblas de su mente, disipándolas, y se hizo así, de pronto y casi violentamente, consciente de lo que había hecho:

Había ignorado no sólo tres, sino muchas veces el sonido del despertador. Ya no eran las 05:30, hora de levantarse, sino las 06:45!, casi la hora de entrar a trabajar...

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(Olvidé poner mi despertador, parece, y el gallo que escuché era la alarma del celular de mi compañero, que ignoramos ambos unas 6 o 7 veces. Eso se llama acostarse agotado después de un mal día...)

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2 comentarios:

CeciliaCastillo dijo...

Bello escrito
Peligrosa realidad: no despertar a tiempo...

Reca dijo...

¿Es una de esas simpáticas alarmas con el canto del gallo?
Yo tenía una con el toque de diana, no solo te despertaba, te hacía levantarte de un salto...