18 de agosto de 2012

¿Abuso de poder, o acoso laboral?

Cuántos sinsabores nos trae la vida, cuántos, cada día. 

Y, sin embargo, nunca nos acostumbramos a ellos, y cuando nos ocurre algo, nos amarga, nos deprime, nos aplasta.

Mi jefe -no mi jefe directo, sino "el de más arriba" (°'°) - tuvo la gran idea de cambiarme de puesto de trabajo. Así, casi casi "de un paraguazo". Por tanto, voy a dejar el área en que he trabajado por catorce años, para iniciar todo de nuevo, realizando labores que nunca hice y que apenas si sospecho (que de conocerlas, nada).

Cree él (es un hombre de fe, por lo que se ve) que con las capacidades que he demostrado a lo largo de estos años, podré facilmente no sólo aprender mis nuevas tareas, y un nuevo software, sino además convertirme en el "key user" de éste, y dar soporte necesario a quien lo requiera.

Además, pierdo el turno 7x7, que resulta tan conveniente en faena, para pasar a 4x3, el peor turno que se ha visto.
Pierdo también mi amplio escritorio, y la espaciosa oficina en la que he pasado los últimos 4 años, para ir a un vil container. 



Todo esto, sin una mejora en el cargo, ni en el nivel ni -sobra decirlo- en el sueldo.

Sin embargo, nada de esto me molesta o me preocupa mayormente. 

Lo que si me molesta, profundamente, lo que sí me amarga y me quita el sueño, lo que considero de un abuso insoportable e inaceptable, es que en mi nueva oficina, dentro de ese estrecho container, tendré que trabajar en un pequeño escritorio, y -oh, crueldad a la que se somete a los trabajadores sólo por ser ya mayores- no sólo estaré lejos de mis viejos, desaliñados y toscos compañeros de trabajo, con quienes por tanto tiempo he compartido, sino que además, además, tendré que trabajar día a día en medio de dos lindas, tiernas y perfumadas jovencitas veinteañeras: una rubia de sonrosada tez a mi izquierda , y a mi derecha otra que -cual blancanieves- lleva las alas de un mirlo por cabello y  almendrados ojos negros...

¿Habráse visto semejante ignominia?!! ¿No esto acaso, abusivo, por decir lo menos? Que falta de consideración...

¡Ay! Las cosas a que se ve uno sometido en el trabajo, por unas cuantas monedas. 
Y todo porque uno tiene una familia que alimentar...

Bien lo dicen las escrituras, bien que lo dicen: "ganarás el pan con el sudor de tu frente"...



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3 comentarios:

CeciliaCastillo dijo...

Hay otro que dice "Ganarás el cielo cuando, aun cuando seas sometido a intensas y terribles tentaciones, sepas vencerlas y conservarte recto, puro y fiel"

Respecto al container, debe ser atroz cuando hace calor...espero que no.

Éxito!!! Renovarse hace bien. Que reconozcan tus habilidades y capacidades también es positivo; aun cuando no vaya esto acompañado de un aumento salarial.. nada es perfecto...

tito dijo...

Yo trabajé en un container, helado como él solo, entregando y recibiendo herramientas en una faena de Minera Escondida. Generalmente entrega en la mañana y recepción (sufrida) al término de la jornada, mirando el reloj cuando el último no llegaba, para echar el candado y partir a la suculenta comida. Porque ahí el que quería comer, comía, nadie quedaba con hambre.
Muchas horas sin hacer nada, esperando, sintiendo una tranquilidad propia del desierto pero también sus cambios de clima.
Con el tiempo, tuve traslado a otro container a hacer cosas administrativas ya que mis jefes "descubrieron" que tenía mas aptitudes para esas labores. Me enfrenté con un PC, todo en inglés, porque mi relato se refiere a épocas pasadas, donde aprendí en la oscuridad de la noche, a escondidas de la empresa. Nunca supieron que borré varios archivos, ya que no sabía inglés técnico. Como era de esperar muchas veces quedaba todo bloqueado, por lo que llamaba por teléfono a un cuñado que me ayudaba. Previamente había anotado todo lo que hacía en un papel y él me ayudaba a salir. Aprendí y pude trabajar en él por lo que el jefe de operaciones me tomó como su brazo derecho, feliz porque en su turno alguien sabía hacer cotizaciones en el computador y ya no presentaría presupuestos a mano.
Eso me permitía salir a distintas áreas del campamento en las mañanas a buscar las firmas de autorización para la faena del día, lo que no era fácil porque algunos gringos recorrían las oficinas y tenía que rastrearlos pero sobre todo porque los jefes chilenos tramitaban en forma descarada e indignante. Como yo usaba un casco blanco, (no cualquiera lo usaba en las empresas contratistas) tenía cierta ventaja y además que aprendí a tratar con ellos y conseguía las firmas antes que los de las otras empresas y antes que mis antecesores, lo que causó extrañeza y mucha alegría de mi jefatura. Aprendí sicología laboral minera, porque la necesidad me empujó a eso. Era entretenido ir a los distintos galpones, con sus ruidos ensordecedores, molinos en movimientos, correas transportadoras con el mineral corriendo día y noche, con enormes escaleras metálicas, una vez fuera caminando por polvo a mineral con ese olor que se pegaba en la ropa, el pelo, la nariz, la piel. Debía soportar el helado viento de regreso al área de mi empresa, donde me esperaban con ansias porque nadie podía empezar a trabajar sin los famosos permisos de trabajo con las tres firmas de rigor.
Hasta que llegó el día que bajó el dólar y rápidamente empezó a bajar también la dotación de los contratistas. Centenares nos fuimos. Volvería después con una empresa de alimentación para la atención del casino, con otras condiciones de alojamiento y de trabajo, todo más confortable pero humanamente distintas, donde se vivía un ambiente hostil donde había que cuidarse muchos de las traiciones de sus compañeros de empresa.
Mis buenos recuerdos quedaron con los container, donde también había uno que hacía de comedor y más de alguna vez comí en el suelo por falta de espacio lo que era muy bien visto que yo, tan distinto a los duros trabajadores de faena, compartía en medio de ellos. No fue fácil, yo no estaba acostumbrado a oir 8 garabatos en 10 palabras y ellos a tratar con alguien que no decía ninguno. Pero terminamos siendo grandes amigos con la mayoría, quienes confiaban en mí, me contaban algunas cosas personales y me mostraban antiguas cicatrices por peleas callejeras con armas blancas. Aprendí a llevarme bien con la gente de Escondida, con esa cultura propia de quienes miraban por el hombro y a veces con desprecio a los "viejos" contratistas, también con aquellos contratistas de otras empresas, y por últimos con quienes compartía diariamente el turno tan lejos de casa y por siete días.

luz maria dijo...

Me he dado cuenta con el correr de y el leer de algunos escritos de como la ironía y al mismo tiempo la simpatía no es una cualidad propia de todos los Castillos, pero bueno la "desviación estandar" que le dicen no?????
Respecto a tu trabajo, bueno hay un dicho que dice: "El que sabe sabe y el que no es jefe"...viste?....al jefe no hay que entenderlo....hay que quererlo no mas po......en el verano te mandares Snowie de la Rocío y en el invierno unos chocolatitos Garoto, Toblerone y unos chumbeques para que pases el frío...te parece?