19 de marzo de 2011

Cuento: La sospecha















Un hombre perdió su hacha y sospechó del hijo de su vecino. Observó la manera de caminar del muchacho: exactamente como un ladrón. Observó la expresión del joven: como la de un ladrón. Observó también su forma de hablar: igual a la de un ladrón. En fin, todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable del hurto.
Pero más tarde encontró su hacha en un valle. Y después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho parecían muy diferentes de los de un ladrón.

Anónimo chino

6 comentarios:

Rodrigo dijo...

La vida misma...

Reca dijo...

¿Alguien leyó el cuento de Chejov: Exageró la nota?

"...Y el cochero no tiene un aspecto muy tranquilizador que digamos... ¡Vaya espaldas! Un tipo así te pega un trompazo y sacas el hígado por la boca. Y su cara es de lo más sospechosa...”

CeciliaCastillo dijo...

A ver, ponlo hermano, ¿o es muy largo?

Reca dijo...

El cuento de Chejov ilustra la gran distancia que puede existir entre lo que parece y lo que realmente es...

Don Pato dijo...

Ayer veía un reportaje donde se mostraba a una mujer maquinadora e incluso por las tomas me daba la sensación que era siniestra.
A la luz de esta entrada me quedó dando vueltas la idea que talvez esa mujer era buena persona y con sanas intenciones.
Desgraciadamente no era muy agraciada ya que la natura no fue con ella especialmente dadivosa por lo que las cámaras se ensañaron con su desmejorada imagen.

Reca dijo...

Muchas veces juzgamos por las apariencias, y un sujeto desaliñado nos parecerá sospechoso a primera vista, aunque sea de una honradez a toda prueba. Por el contrario, una persona pulcramente vestida nos dará confianza. De ahí que los estafadores sean siempre tipos, si no elegantes, muy bien vestidos...