12 de agosto de 2007

El borracho y el Eco


En Noche Oscura y brumosa

tan atontado iba Antón,

que cayó de un tropezón

en la acera resbalosa.



Soltó un feo juramento

diciendo: ¿quién se cayó?

Y en la pared del convento

repercutió el eco: "yo".



- Mientes! Fui yo quien caí;

y si el casco me rompí

tendré que gastar pelucas...

- Lucas!

- No soy Lucas, voto a Dios

Vamos a vernos los dos

ahora mismo farfantón.

-Antón!

-Me conoces, eh! tunante

Pues aguárdate un instante,

conocerás mi navaja...

Baja



- Bajaré con mucho gusto

¿Te figuras que me asusto

Al contrario, más exalto...

- Alto!



-¿Alto yo?¿Piensa el osado

que en este pecho esforzado

el valor ya está marchito?

- Chito!



- ¿Y pretende el insolente

mandar callar a un valiente?

¿Que calle yo Miserable

- Hable!



- Hablaré, por vida mía,

hasta que tu lengua impía

con este acero taladre...

- Ladre!



- ¿Ladrar? ¿Soy perro quizás?

¿Dónde, villano do estás

que de esperarte me aburro

- Burro!



- ¿Burro yo? Insulto extraño

que vengaré a mi amaño.

El momento es oportuno...

- Tuno!



- ¿Dónde está el majadero

que me toma por carnero.

Responde. ¿Dónde se encuentra?

- Entra!



- Sal tu, si no eres cobarde;

y apresúrate que es tarde.

A pie firme aquí te espero.

- Pero!



- No hay pero que valga, flojo!

Sal que ya estoy viendo rojo

y ansío tenerte en frente...

- Ente!



- ¿Pero dónde estás? Repito

que estoy oyendo tu grito

y tu ausencia ya me admira.

- Mira!



- Si, miro; pero qué diablo!

No puedo ver con quien hablo,

pues no aparece ninguno.

-Uno!



- Uno o cien, lo mismo da;

que salga, que salga ya.

Lo aguardo. Aquí me coloco!

- Loco.



- ¿Así te burlas de mi?

¿Quién eres, quién eres, dí?

No me hagas perder la calma.

- Alma

- Mas si eres un alma en pena,

¿cómo no oigo tu cadena

Basta de bromas; concluye.

- Huye!



- No tal; no me iré de aquí

sin saber quien me habla así.

Dime siquiera tu nombre.

- Hombre!



- ¿Pero estás vivo o difunto?

Aclara bien este punto,

que a mi ya nada me asombra.

- Sombra!



- Una sombra y la insulté.

Perdóname que tomé

cuatro copas con bizcocho.

- Ocho!



Marchóse Antón al momento

y en casa contó a su esposa

que una sombra pavorosa,

en la acera del convento

le había hablado. Y no era cuento!

(Francisco de Añón)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Entrete el poema, no lo conocía ni al autor tampoco.

Anónimo dijo...

Pues yo sí lo conocía, y bien que lo recuerdo...
Salía en un viejo libro de lecturas escolares, de ésos que abundaban en casa...
Antiguo era, pero no tanto...

Anónimo dijo...

yo si lo conocia me llamo la atencion cuando lo comence a leer
saludos de kena

Anónimo dijo...

Bienvenida kenucha a estas páginas familiares

Rudolf Kastell dijo...

Recuerdo haber leído este cuento, claro está, en uno de los libros de lectura, de lo que era en ese entonces, la preparatoria, muy simpático y entretenido, especialmente cuando la profesora nos lo hacía leer en voz alta y entre dos alumnos. (y parece que sí es antiguo eh?)

Unknown dijo...

Me encanta este poema. Me lo grabe de memoria estando en bachillerato

Unknown dijo...

Recuerdo haber aprendido de memoria este poema para ser presentado en un acto en el colegio, donde yo tuve que ser el borracho y lo más importante que todo salió excelente.